martes, 28 de septiembre de 2010

Como un hombre





Estaba continuamente preocupada. Se le notaba a la legua que era madre primeriza por la angustia que ponía en cada gesto:

-¡Ay, por Dios, que el niño llora!; ¡Ay, por Dios, que no se duerme!; ¡Ay, por Dios, que no me mira!"

O sea, todo el día en una continua cantinela de "ay, por Dios".

Cuando vio que el niño no engordaba, la cantinela se volvió un sin vivir.

Bajó a la capital y cuando el médico le preguntó qué tal mamaba y si cogía bien el pecho, contestó sin pensarlo ni un momento:

- Si, señor, si; como un hombre.

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5 comentarios:

  1. Muy bien mi estimado Paco; me encanta tu dominio de la brevedad en el relato.

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  2. Es que los hombres nos hacen preocupar... ¡De cualquier edad!
    Muy bueno.
    Beso.

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  3. Muchas gracias, amigos Kapi y Marcela.
    Saludos

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  4. Bueno, entonces no estaba todo perdido.
    Saluditos!!!

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  5. Ya desde pequeños nos agarramos, que luego cuesta soltarnos. Ahí muchos tipos de alimentos. No sólo de leche vive el hombre, también de ternura o pasión.

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