jueves, 6 de diciembre de 2012

CINCO PROPUESTAS ALREDEDOR DE UN POZO



UNO
Cavamos y cavamos. De pronto apareció aquel hombre extraño. Venía del otro lado.

DOS
Los pozos son por aquí muy necesarios. En toda la llanura no hay un solo árbol donde poder colgarse.

TRES
Se pasó la vida yendo al pozo al son de las sirenas. Salir, dormir, volver. Así miles de días, hasta el último, al son de las campanas.

CUATRO
Hice un hoyo y enterré allí mi secreto. Cuando al fin encontré alguien digno de saberlo, fui a buscarlo, pero ya no estaba.

CINCO
Antes de irse, hicieron un pozo y metieron en él sus pertenencias. Cuando volvieron, había crecido un hermoso edificio.

jueves, 15 de noviembre de 2012

LA SIESTA DEL POETA


Los niños jugaban a atrapar la luz. Hacían cestillas con las manos, la aventaban, levantaban efímeras empalizadas, pero ella se les escabullía entre los dedos con astucias de minúscula alimaña. Los chiquillos se empujaban y reían con la fiereza dichosa de los cachorros sanos. La luz volvía a su ser y les embromaba fingiendo una quietud de eras. Los niños, cansados, salieron al jardín y quedé solo en la penumbra de la galería. El haz brillante partía de una rendija y moría a mis pies. En el charco de luz naufragaron de pronto mis buenos propósitos. Supe entonces que tarde o temprano volvería a matar.

lunes, 5 de noviembre de 2012

CUATRO MINI-MICROS


1.
La una, tipi-tipi en el parquet, de madrugada. El otro, toc-toc en el techo con el palo de la mopa. Combate homérico de ninfas y titanes.

2.
Mi vecino es un hombre-lobo. Resulta molesto que aúlle por las noches, pero nos libra de los gorrones que no pagan las cuotas.

3.
Bajamos en el mismo rellano y se dispuso a abrir la misma puerta. Lo hizo con tal soltura que comprendí que era yo el que sobraba.

4.
Siempre veíamos la tele desde la galería que daba al patio. Cuando la película tenía dos rombos, la vecina corría los visillos.

viernes, 26 de octubre de 2012

TRES MINI-MICROS

 1.
“El chico tiene talento” -dijo Ireneo mientras se mesaba la cicatriz de la mejilla. Y todos asintieron, con los ojos fijos en la redondez del agujero entre las cejas.

2.
Un señor entregó ciertos talentos a cada uno de sus tres sirvientes, según la capacidad de cada uno. A los cinco años volvió, y los bancos se lo habían llevado todo.

3.
Wolfgang Amadeus Mozart, el Pequeño Ruiseñor, Enrique y Ana, Kiko Rivera… ¿Y todavía alguien cree en la Evolución?

jueves, 18 de octubre de 2012

DOS MINI-MICROS

1.
Se desayunaba un cordero relleno de perdices. Luego salía a hacer tiempo hasta el tentempié de las diez. Los naturales del país le miraban con cierto grado de recelo.

2.
Estaba el señor K desayunando cuando llamaron a la puerta. Eran los del juzgado que venían a desahuciarle. “Diantre –dijo K-, vaya manera de empezar el día”.

viernes, 13 de julio de 2012

Pensar en una sombra...



Lo negro era el carbón, lo blanco era la vida. Fue el verano en que no había nada más que hacer; repartir los trabajos hogareños, llevarle los encargos a mamá, almacenar leña para el invierno... así era el tiempo del verano, un tiempo que albergaba la ilusión de una adolescencia rozada con la miraba esquiva del destino. Una ilusión que apenas me pertenecía, en un pueblo donde, para un muchacho, todo lo que algún día pretendió ser porvenir yace entre las ruinas de la mina.
Yo tenía trece años, y pienso ahora que, para aquella baraja cerrada que era mi vida, la primera forma reconocible del destino debió ser algo relacionado con la visita de aquel sacerdote al colegio, allá por el mes de mayo. Debió ser por el encantamiento que sus palabras produjeron en mis ojos, ese encantamiento que está detrás de lo que se oye, acaso la delicadeza de un lenguaje, apenas comprensible, que tiznaba con su halo misterioso mi imaginación.

Venía por la calle un aire parecido al que aspiraba leyendo un libro de muchas páginas en la biblioteca: vainilla, humedad, pomada de otoño con las marcas de los uniformes de los mineros; era casi como seguir un sendero hasta el rincón de lo desconocido donde, en un futuro, aparecería mi otra mitad.
De camino a la mina hay una calle que huele a vainilla; cuando pasaba por allí, asociaba con algo ese olor, inesperado y eficaz, pero lo asociaba según mi propia ley de la memoria imaginada.
Parecía inevitable, miraba la tierra negra en un lugar suspendido en la irrealidad: desde que tenía uso de razón, día a día, atravesaba un tiempo arcaico, verdadero y condenado a yacer bajo el manto oscuro del carbón; polvo gris activísimo, hondura de barro tan negro como la carbonilla. Ya están pasando los mineros hacía el vacío veloz que ciega la mirada y el nombre personal de cada uno de ellos; ahí estaban las huellas de los que iban, mezclándose con las marcas de los otros que regresaban.

Entre las muchas memorias perdidas mi primera memoria se vuelve transparente, es cristalina y, aunque parece frágil, aguanta toneladas de peso. Sabe su dura persistencia desde que descubrió la dureza de una mirada azul, donde chorreaban lamentos invertidos y no lloraba.
Había una nostalgia en cuclillas y un ángulo confuso en aquella mirada; hay aquella tarde, donde goteaban los mineros, uno a uno, camino del tajo, también las últimas palabras que entre ellos no se dicen, y la cara y la luz salpicada de grises, sus manos, sus saludos que se inflamaban como el redondo agujero de la bocamina. Hay segunderos de muerte flotando en el arroyo y secas sonrisas vueltas del revés que aún eran alegres.

La música que daba el aire de la tarde se evaporó sin descubrir que había un secreto en una de aquellas manos - para quien- se detendrá el tiempo. Horas más tarde cayó la destrucción sobre Gumersindo el maquinista, su vida se desencajó de plano.
En aquellos días yo fluctuaba entre el juego y el ansia de ver más allá de lo que puede fijarse con palabras. Veía argumentos, y aún hoy sigo soñándolos. De todas las cosas, el rostro y los ojos azules de Gumersindo, me vuelven ahora, como pinturas de una sombra del pasado, vistos en una calle con aroma a vainilla. ¿Por qué no supe traerlos al poema? Aquel suceso sin duda fue una gran tragedia y, si supiera responder a la cuestión de por qué tuvo que suceder, sabría más acerca de mi mismo.

martes, 26 de junio de 2012

La herencia de la tierra.





Ilustraciòn de Laura Bécares. http://estudiolalunadepapel.blogspot.com.es/

Esta historia está dedicada a los mineros y en especial a la gente de Ciñera de Gordón.

Había una vez un rey que decidió dejar su reino en herencia, pero como no tenía hijos, ni sobrinos, ni personas de confianza, decidió convocar una oportunidad para todo el pueblo:
- ¡Qué todas las ciudadanas y ciudadanos pasen por el castillo y hablen con su majestad! – Ordenó reciamente –Aquel que de buenas razones de nobleza que le hagan digno de mi corona, recibirá mi trono. 

Después de hablar con todos, tarea ardua, quedaron tres finalistas; un banquero, un político de la corte y un minero. 

- Esta bien – sentenció el monarca – Os voy a poner una prueba y el que supere la prueba se quedará con el reino. En menos de 24 horas debéis llenar la gran sala imperial de palacio con aquello que tengáis sin pedírselo a nadie. 

El banquero tenía solo monedas, billetes, acciones y muchas casas, pero esas no se podían meter dentro de un castillo, eso sí, tenía las escrituras públicas. Lleno la sala de papelajos y calderilla en cantidades ingentes. Al verlo el rey, tomo un billete y exclamó:

- Esto es papel mojado, pues si los hombres no hacemos convención de lo que el dinero vale, esto no vale para nada. No le puedo dejar mi reino a un banquero, porque pone a las personas al servicio del dinero y no el dinero al servicio de las personas. No me vales.

El siguiente fue el político. Este no tenía tanto dinero como el banquero, porque lo que tenía lo había conseguido gracias al favor de los que mueven el dinero, pero tenía influencias y contactos. Llamo a todos sus esbirros y lleno aquella sala de poder falso y baldío. De gente que estaba allí no por lealtad, sino por miedo, interés, mediocridad, deuda o apoltronamiento. Toda la sala presente de acólitos, asesores, estúpidos, seres que nunca supieron que hacer con su vida, que pensaron que lo único que conducía a la felicidad era ponerse una corbata y mirar a los demás por encima; personas que hacían del trepar una batalla de máscaras y besamanos. (Pobres infelices que nunca sabrán lo que el amor vale). El rey tampoco quiso dejarle en herencia al político su reino. 

- ¿Qué será de las personas si solo se juntan con los otros por interés – se preguntó el rey - … y no por amistad verdadera? El mundo se volvería una guerra pulcra por fuera pero podrida por dentro. No habría paz verdadera, sino títeres del protocolo y las formas, reos de la mentira y mártires del peldaño siguiente. Esa escalera lleva al abismo. No. No me vales político. 

Le toco el turno al minero. Espero a que llegara la noche y le pidió al rey que apagase las luces. (Todas las luces del palacio). De repente encendió el foco de su lámpara y con los destellos trató de darle mucha luminosidad a la gran sala, pero era un salón tan oscuro, tan grande, tan negro,  tan profundamente negro, que una sola lamparilla no daba brillo. El minero miro al rey con tristeza y habló:

- Yo sé hacer del negro carbón luz cada día para darle el pan a mi familia, pero con mi farol no puedo iluminar toda la estancia. 

En el exterior se oyeron miles de voces en un solo clamor. Eran otros mineros que entraron por sorpresa al palacio. Venían cantando Santa Bárbara bendita. Encendieron los faros de sus cascos y al prenderlos, toda la sala se lleno de estrellas. Aquello parecían las vidrieras de la Catedral de León. 

El rey decidió darle su legado al minero, porque su ejemplo de unidad, de fortaleza, de lealtad, de trabajar por los suyos, al tiempo que aguantaba que en las cuencas mineras el dinero de los fondos Miner se lo comieran las ratas, eso sí, sin reinvertirlo en recuperar las montañas o en generar empleo, ese minero, tenía tanta dignidad, que podía mirarle a los ojos al mismo rey sin que este lo tuviera por menos. 

- Lo he decidido. Mi reino para el minero. 

¡Qué no os engañen ciudadanos diciendo que los mineros son violentos o son terroristas! Violento es aquel que usa la mentira como un veneno, que se dice representante del pueblo cuando en realidad representa el interés de su bolsillo y de las multinacionales. Violencia es hacer algo en la vida sin vocación. Y aquel que no sabía hacer nada en vez de hacerse minero se presentó a unas elecciones. 
Señores políticos rectifiquen, la violencia nos hace perder a todos y ustedes son los que generan la violencia. Defenderse no es violento… fue el modo con el que nuestros mayores consiguieron los derechos que no queríais darles, esos mismos que hoy quitáis. Eso sí, el paso entre la defensa y la guerra es muy, muy cercano. Por favor, no tensen más la cuerda y respeten a los humildes. No queremos guerra, pero no podemos permitir que nos pisen. Con la guerra perdemos todos. 
En este cuento donde dice minero, podría decir maestro, albañil, pescador, agricultor, cajero, frutero, funcionario, soñador, indignado, autónomo, caminero etc. Todos somos herman@s. Todos somos uno. La dignidad del que trabaja les pone a ustedes en su sitio. No más capitalismos. No es democracia el mercado, la especulación, paraísos fiscales, 6 millones de muertos en el mundo de hambre al día, venta de armas que ustedes no prohíben, leyes a medida de los grandes emporios, rescate a los bancos y recorte a los humildes. La vida de ustedes no puede ser nuestra muerte. Tengan memoria histórica, las injusticias generan explosiones de rabia. No generen mas violencia, pónganse al servicio de la vida y del amor, porque sino serán ricos infelices y gastarán en seguridad lo que no gastan en hacer lo correcto. 
Mineros. Mineras. Prudencia. Defenderse no es hacerse hijo de las armas. Ellos son hijos de la guerra, a nosotros nos acunó la ternura y el sudor generoso de nuestra gente. Políticos, háganse personas… Pongan su oficio al servicio del interés general. Los políticos que ya lo hayan logrado ( No se ven muchos la verdad), den ejemplo: Exijan al que no lo haga, que deje el salvajismo. 


jueves, 24 de mayo de 2012

CANCIÓN DE SIRENAS, una historia infantil en forma de poema, con ilustración incluida.


Esta pequeña historia en verso surgió, para los siempre atentos oídos de mi hija, un día mientras paseábamos viendo jugar las olas. Fernando Noriega lo ha ilustrado. Y ahora se encuentra junto a otros  en la última antología de la Colección Charín de Poesía Infantil y Juvenil, titulada "Corazón de estrella".

miércoles, 2 de mayo de 2012

DESDE LA LLUVIA

Llovía torrencialmente. Su paseo entre las casetas de la Feria del libro, que ya era casi un ritual, la alejó de la plaza en busca de un refugio.
Y, quizá por curiosidad, quizá por inercia, sus pies la llevaron hasta la pequeña librería de viejo que se escondía entre la estrechez de la calle y el bullicio de los bares que sacaban sus clientes al exterior. 
Como tantas otras veces, entró en ella y se puso a curiosear entre los libros, sin un afán de búsqueda definido, solo por curiosear, aun consciente de que esos eran los momentos más peligrosos para su bolsillo, porque era precisamente en esas ocasiones en las que no buscaba nada concreto cuando siempre acababa con algún libro entre las manos. 
Su deambular por aquella estancia cargada de libros de todas las épocas, de lomos usados, de cubiertas con olor a piel y a papel viejo..., la llevó a la sección de infantil y juvenil. 
La portada oscura y brillante de  un libro atrajo su mirada. Y sus manos. Lo cogió mientras sus labios esbozaban una sonrisa y, al abrirlo, se agolparon en ella los recuerdos. Aún los conservaba con mimo entre sus pertenencias, esperando la lectura atenta de una nueva generación. Historias que la transportaron en su día a mundos y paises lejanos. 
Se sentó en la una pequeña y coqueta camilla que la librería ofrecía a sus clientes para hojearlo como más calma. Y se dejó llevar por su memoria. 

Una niña de ojos azules y pelo castaño ocupó la estancia. Era la mañana de Reyes. Su padrino y su esposa se habían acercado hasta su casa para entregarle un regalo. Mientras observaba disimuladamente el paquete rectangular que traían entre sus manos, intentando aparentar una relativa indiferencia, imaginaba que títulos podrían esconderse bajo aquel envoltorio. Un año más eran libros, estaba segura. Y lo agradecía profundamente pues era una lectora empedernida. Recordó entre sonrisas las dos entregas anteriores que había disfrutado con fruición. 
El primer año habían sido "Fabulas de Samaniego" y "El Quijote". El segundo "Calila y Digna" y "Las mil y una noches". Con esas portadas acharoladas que escondían siempre las ediciones juveniles de la editorial Everest. 
La voz de la mujer la sacó de su ensimismamiento mientras trataba de averiguar cuáles serían los títulos escogidos para esta ocasión. Era un simple juego de probabilidades, porque, fueran los que fuesen, siempre serían bien recibidos. 
- Como ya eres toda una "pollita" este año no te hemos traído libros...
No escuchó más. la sonrisa se borró de su cara mientras sus manos deshacian el paquete y tímido y decepcionado ¡gracias! salía de su boca. 
Las historias, las palabras entrelazadas que siempre le prometían momentos agradables, ratos para un disfrutado asueto, habían sido sustituidas por el olor a lavanda de la colonia y el jabón que aquel estuche encerraba. Ocultó su decepción como pudo. No recuerda si la creyeron o no. Lo que sí quedó para siempre grabada en su mente fue la sensación de decepción frente a aquel esperado regalo que no llegó a materializarse.

Fuera ha dejado de llover. Acaricia una vez más la portada del libro. El título baila en letras amarillas sobre el fondo oscuro, en el que destacan también unas figuras vestidas con ropas orientales. Sonríe pensando en aquella niña. Sonríe pensando también en su hija que tiene el mismo afán devorador de libros que ella tuvo a su misma edad. La misma ilusión por descubrir nuevos títulos entre los regalos recibidos. La misma afición a visitar las librerías...               
"La mil y una noches" será el próximo libro que le ceda, rescatado por fin del dulce sueño de los años pasados desde entonces.
Mercedes G. Rojo

martes, 24 de abril de 2012

UN LIBRO.


Cuando la niña cogió el paquete, puso cara de desagrado, no sonaba, pesaba y era bastante compacto, no era el regalo que ella esperaba. Puso morros y aunque intentó que no fuese del todo un llanto, sintió como por dentro se le agolpaban las lágrimas en la garganta, como,  un nudo que no le dejaba respirar, una gran presión en la nuca, como siempre que algo la contrariaba, sintió una gran frustración y rabia. Llegó hasta a odiarle. Se marchó a su cuarto y lo tiró sobre la cama. Antes nadie le había regalado un libro, si no se podía jugar con ellos, era ridículo. El libro de color rojo con letras doradas, empezó a atraer su curiosidad de una forma muy tranquila e irresistible, se tumbó a su lado y lo acarició, de tacto suave, de olor agradable, lo abrió, rozó con los dedos el filo de cada página y ...se perdió... ya para siempre en el juego de palabras, en el mundo de los sueños.
Charo Acera.

miércoles, 18 de abril de 2012

TUS MANOS.

Y mientras el tiempo pasa despacio en esta espera hacia la normalidad, la mente busca los recuerdos de esas manos, llenas de blandura y el calor justo, marcadas por las venas gruesas de la edad y las manchas grabadas por los días de trabajo y vida. 
Madre, ¿donde estás?
Solo quedan ellas, las manos, las que cuentan los años y las historias, las que deformes por la tensión de la postura han ido adquiriendo ese volumen retorcido de la obra de arte que cuenta mil y un movimientos.
Solo te quedan ellas, porque tu cabeza se ha parado en los recuerdos más insulsos de  una vida ajetreada, y las miras buscando en ellas tu pasado, y preguntas con ternura, ¿para que sirvieron mis manos?.
Dieron vida, caricias, consuelo, educación y modelo, fueron ágiles , trabajadoras, resueltas y constructoras, sin embargo, compartieron poco y eso es lo que te robó el destino, el regalo de la vida, cuando compartes y das, recibes, y en tu obsesión olvidaste esa fase linda de compartir la vida. 
Tus manos  cuentan  peleas y luchas de fantasmas encontrados, supervivencia forzada, no resuelta, resignación. 
Tus manos quietas, paradas , atrofiadas , se desesperan porque no tienen contacto. 
Esas manos que para mi fueron tanto yacen solas sobre tu regazo.
Charo Acera.

miércoles, 11 de abril de 2012

Aquellas tardes con la abuela

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(Ciertamente, como dice Charo Acera, lo que nos hace vivir realmente, es ese conjunto de sensaciones difusas que atesoramos en el recuerdo de lo vivido o de lo imaginado)


Se había convertido ya en una costumbre irrenunciable. No podía dormirse, a menos que, después de rezar sus oraciones, con la luz apagada y bien acurrucado entre las sábanas, recordase, día tras día, con la monotonía que exigen los rituales que marcan más profundamente nuestras vidas, aquellas tardes apacibles en el salón de la abuela.


La abuela hacía ganchillo en la mecedora junto a la enorme chimenea en la chisporroteaban, como en una fiesta, los gruesos troncos de roble. En la gramola sonaban, en recuerdo del abuelo, los mismos tangos porteños que trajo de sus tiempos de Argentina. Al oirlos, la abuela, a veces, suspiraba quedamente, como quien vuelve (también ella) de un territorio querido y tan lejano.


Otras veces, lo recuerdos giraban en torno a la cena familiar en Nochebuena, en la que no faltaba el pavo relleno, las peras al vino, los turrones, la anguila de mazapán, las castañas confitadas y las risas de las primas con las que jugaba al escondite en la enorme galería.


Eso sí, siempre eran recuerdos entrañables de aquella casona de la abuela tan soleada y calentita, oliendo a mazapán, a leche frita y a rosquillas.


Recuerdos placenteros que le ayudaban a dormir y a soportar el frío y el silencio de aquel internado que era su única experiencia, el mundo cerrado en el que había vivido desde siempre.


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lunes, 9 de abril de 2012

EL SECTOR VIP



Estaba aún somnoliento. Una enorme llanura se extendía alli donde dirigiera la mirada. Algunos caminaban mirando hacia el suelo. El también miró y se sintió perturbado porque el suelo que al principio le pareció arenoso, luego se le antojó formado por millones de moléculas que se hundian suavemente a su paso, lo suficiente para causarle la sensación de una alfombra nunca antes caminada.
Poco a poco vió como la gente se cocentraba al pie de un promontorio que si bien tenía un aspecto rocoso, no dejaba de mostrar una puerta enorme y otras mas pequeñas, ridiculamente estrechas. Cuando quiso mirar con mas detenimiento las puertas de acceso, ya no le parecieron puertas, sino escaleras mecánicas que subian o bajaban sin que persona alguna hubiera subido a ellas.
Buscó con interés inusual el cartel con las tres letras. VIP. Allí no estaba. A un hombre joven que pasó a su lado con la barbilla hundida en el gabán intentó preguntarle por el sitio VIP. El joven siguió caminando sin responder. Hizo la misma pregunta al menos a otros diez transeúntes. Ninguno respondió.
Mas y más personas seguian llegando al lugar. Algunos vestidos de riguroso negro. Otros con colores tan alegres, que tuvo la certeza que regresaban de alguna fiesta de Carnaval. Cuando quiso meterse las manos en los bolsillos descubrió que su traje no tenía bolsillos. Ni siquiera aquél, pectoral, donde su padre decía que debian guardarse los secretos masculinos. Cielos ! Dijo cielos, y se percató que la palabra provocaba un estremecimiento del raro suelo. Volvió a repetir “Cielo” y una troupe de patinadores avanzó por la noche de una Avenida , con sus luces intermitentes uniéndose en infinidad de dibujos multicolores. Ahí fue cuando se manifestó su ansiedad. ¿Qué era esa multitud caminando de contínuo, con prisa o sin ella ? ¿Qué esperaban ? ¿A quien estaban aguardando?
Una hermosa mujer vestida de luto riguroso venía acercándose a él. Creyó reconocerla pero aunque dejó pasar por su memoria nombres y mas nombres femeninos, ninguno correspondía a esa mujer y debió verla alejarse sin formularle la pregunta. Pero, apenas ella avanzó unos pasos mas allá, se volvió y le dijo:
Aquí no hay sectores VIP.
Una contrariedad. ¿Cómo era posible que la gente del protocolo hubiera cometido tal equívoco? A él solo se le podía recibir y despedir en los sectores VIP.
Volvió a considerar el lugar. El cielo era gris. Los suelos tambien eran grises. El promontorio revelaba ahora unos raros ventanales que se deslizaban y giraban al mismo tiempo. Estoy soñando, pensó.
Ya no estaba de pié. Flotaba sobre las moléculas del pavimento. Iba en una larga cinta transportadora . Por momentos cambiaba de posición y observaba la espalda del hombre que conducía la cinta . Se parecía a su Abuelo cuando volvía sobre el carro cargado de heno para las vacas, con las primeras sombras del atardecer, en los veranos. Había sido mirando aquellas espaldas sudorosas y malolientes , con los tufillos del corral de cerdos cuando decidió que él iba a ser un hombre tan importante, como para nunca tener que salir a cortar las hierbas para alimentar animales.
Quiso cerrar los ojos. Ya no tenía párpados. Un pájaro de pico larguísimo lo vigilaba. El pájaro se posó sobre su hombro derecho y acto seguido dejó caer su excremento sobre el casimir inglés que lucía. Introdujo el pico en el bolsillo pectoral y sacó de allí todos aquellos adminículos de látex que alguna vez habia guardado en aquél sitio. Se vió a si mismo yendo y cayendo en los brazos de todas las mujeres con las que había intimado. Incluso con Isolda, la lechera . Pues sí, y cuanto disgusto habia tenido luego, porque la muy tuna le acorralaba en los momentos mas inesperados y le llevaba a lo mas oscuro del corral y aquello era tan bestial y horrendo, que se sentía violado por Isolda. Durante años no había logrado evadirse de aquellos olores donde se mezclaban las leches fermentadas y los detritus de los animales , que se habian instalado en su mente y ni el mas persistente aroma de rosas lograba imponerse. Sucio. El seguía sucio, maloliente a perpetuidad.
Llegaron a una amplia explanada donde algo semejante al mar rodaba de forma interminable como los ovillos de lana de su madre. Era un desfile militar. Los grandes desfiles militares del régimen, donde las mismas águilas se daban cita volando o posadas sobre las torres mas altas. Las marchas militares se sucedían y los escuadrones pasaban milimétricamente moviendo sus brazos y sus pies . El Dictador flanqueado por él mismo y el Ministro de Aviación desde el palco oficial contemplaban las tropas. Raro, se sintió muy raro. ¿Cuánto tiempo había transcurrido desde aquél desfile? ¿Cincuenta años? Y el acto militar seguía allí sucediendo, inacabable. Y el Sol despiadado subiendo y subiendo la temperatura estival.Sintió millones de gotitas de sudor empapando su ropa. Quiso tomar un pañuelo y enjugar su frente. No tenía bolsillos. Mucho menos un pañuelo. Jadeó. Ahí mismo el edecán le estaba indicando que firmara el expediente. ¿Qué expediente ? Preguntó. Ah, Ud. ya sabe cual expediente. No dijo nada mas y firmó. El resto de aquel siglo, su mujer se la pasó señalándole : “No debiste firmar esa sentencia de muerte” . La cinta transportadora se habia detenido. Lo hicieron bajar y de inmediato lo obligaron a acceder al túnel. Era una de aquellas obras infernales, que no llegaban al metro de altura y para recorrerlas había que doblarse en dos. Se dobló en dos. Luego el tunel se hacía mas y mas angosto. No supo bien como ya rodaba vertiginosamente hacia abajo y las piedras del empedrado le lijaban la piel.
Le lijaban la piel. Mas adelante le volatilizaron los huesos. La gente de la llanura continuaba caminando . Quería gritarles “No me pisen, por favor!” . Lo suyo era una súplica. Un ruego. Pero es que nadie oye a una grisácea molécula que cae al lagar de las moléculas grises .

domingo, 8 de abril de 2012

Hola a todos, me da muchísima pena que este blog se muera, quizá podemos impulsarlo haciendo un juego:
empezamos una historia y cada uno, si quiere, la continua con su parte del cuento o del relato que se sume al anterior...


Cuando caminaba, lo único que podía hacer era respirar, el azahar soltaba su aroma de tal manera que,  en algunos momentos tenía que pararme y aspirar, no podía por menos, borracha de primavera en la ciudad de la luz y los olores. Siempre, sobre todo cuando estoy lejos, hecho de menos esos momentos, esos paseos y surgen los recuerdos. El tibio y suave viento, las bicicletas lentas disfrutando, la gente en la calle viviendo. Cuando estoy lejos, siento, que parte de mi se quedó contigo, se quedó en la plaza, en el banco, en la sombra del naranjo. Y  vuelvo, y me encuentro, me calmo, renazco y me reinvento.
Y,  siempre marcho con una lágrima tranquila, con un olor guardado, porque se que vuelvo.                          Charo Acera

domingo, 5 de febrero de 2012

TIEMPO



Tiempo (Time) es un ganador de múltiples premios de cortometrajes (pseudo-experimental) filmada por el director español Juan Carlos Mostaza en 2009 tras el éxito de sus anteriores trabajos "Casitas" y "Cable Roto". Tiempo es una película pseudo-experimental que utiliza técnicas narrativas del expresionismo alemán mezclado con entornos CGI y acción real para contar una historia sobre el tiempo, el fanatismo religioso y el terrorismo. Tiempo se exhibió en SEMINCI (Valladolid International Film Festival) y fue galardonado en casi todos los festivales en los que era mostró. Su banda sonora impresionante fue galardonado con Jerry Goldsmith premio y fue elogiado por los críticos. La música fue compuesta por Oscar Xiberta Soto e interpretada por la Orquesta Juventudes Musicales-Universidad de León Coro Ángel Barja hazaña. El narrador fue Camilo García, conocido como la voz de Anthony Hopkins en español.


Y, además, el autor es uno de los nuestros, habitante de esta tierra.

sábado, 4 de febrero de 2012

Quiero escribir los versos más tristes esta noche...



A pesar de la belleza de este poema, emociona la voz , la cadencia lectora, que hace vibrar las neuronas del sentimiento, colocando tu alma en esa historia, que agarrada a la palabra te hace ser ella o él, quien tu quieras ser y  pensar: si alguien me amó de esa forma, si alguien me quiso de esa manera, si... alguien  me vivió... supo pensar la importancia del recuerdo en su momento? Es de tal belleza que el deseo de sentir con tanta fuerza aparece tras su lectura.
Quisiera esa intensidad para mis versos, esa fuerza en las palabras de una vida, ese vivir embadurnado de pasión, encuentro o despedida.

Charo Acera.