sábado, 30 de abril de 2011

El cuidador del fuego.

Acerqué las manos para calentarlas, pero como no sabía medir me quemé. Culpé al fuego, a la madera, a las ampollas y al dolor. Curadas las heridas, al sentir de nuevo el frío, temía acercarme a la hoguera, pero era un error. Ahora ya sabía calcular la distancia.

La próxima vez que me enamore, danzaré con las chispas liberado. No es culpa del amor la quemadura. La vida sin amor es hielo frío. Cada fuego exige su distancia. Los hay de brasa, de ceniza mojada, de montaña poderosa, para hacer castañas, para calentar los espacios y el fuego que yo busco; el que calienta el corazón sin quemar al acercarse. Uno que me vuelva leña feliz de arder, pero que al quemarme no me deshaga, sino que vuelva incendio sagrado mi espíritu de nogal.

8 comentarios:

  1. Oh! Ah! Mmmh!!Arder como el laurel, en un fuego dorado que esparece sus aromas mas allá de los cielos !
    Felicitaciones, Manuel!

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  2. Bonita forma de ver los sentimientos y los espacios personales. Un relato muy instructivo. Felicidades.

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  3. Gracias. Beatriz Arder puede ser bello.
    Mar. Me alegro que te guste.

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  4. Estupendas reflexiones sobre el amor. Es una forma muy original de describir los sentimientos que rodean al amor romántico.
    Felicitaciones

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  5. Kapizán. Me alegra que te agrade. Es describir una resurrección después de una muerte. El renacer del deseo de amar.

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  6. utilizas en este cuento expresiones muy hermosas

    leña feliz de arder pero que al quemarme no me deshaga.

    ¡Precioso y breve!

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  7. Sharkey lady of the stars Me alegra que te haya gustado.

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  8. Hermosas metáforas¡ me ha encantado Manuel...

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