martes, 28 de junio de 2011

EL PRIVILEGIO.



Sintió como si alguien tirase de su mano y la arrastrase al interior del templo, todo estaba en el más absoluto silencio y el oscuro entorno de la mañana resultaba no habitual, algo era diferente a otros días que como hoy buscaba la paz del inmenso templo para hacer calma en los pensamientos. Demasiada penumbra, demasiada tranquilidad. Se le erizaron los pelos de la nuca y sintió un poco de frió, quizá esta mañana era más temprano, quizá no habían encendido todavía las luces por alguna circunstancia. Se sentó en el sitio de costumbre y se puso a escuchar, por si acaso, pasos o ruidos que confirmasen la presencia de alguien. Tan solo el latido de su corazón. ocupaba tanto sus oídos que se quedó relajada y se desconectó de la sensación de alerta. Al momento su cabeza ya estaba embobada admirando los arcos, el retablo, las esculturas y los cuadros.






En un segundo ocurrió. Sin darse cuenta. Abrió la boca, respiró despacio al principio y rápido después, el corazón empezó a hacerse notar y a bombear más y más, ensordecedor ruido y un inmediato escalofrio recorrió toda su espalda. ¡Qué sensación más increíble!.









El sol, se asomaba de lleno por encima del altar mayor y el retablo con la fuerza más espectacular.






Dentro de su alma una esponja recorrió el momento de calma con el olor agradable de la iglesia, el silencio rotundo de la mañana y la luz más bella. Pero qué suerte tienes, se dijo, trabajar al lado de esta maravilla y tener el privilegio de poder entrar y mirar cada día.






Había sido como una sobredosis de paz, como una relajación profunda, como un gran regalo que devolvió la sonrisa a su aspecto y cuando se levantó para marcharse caminaba flotando en una nube.






Charo Acera.

4 comentarios:

  1. Hay privilegios tan cercanos que no los vemos si no paramos para mirar alrededor...Saludos Charo

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  2. Congratulaciones mi admirada Charo: lograste un maravilloso relato que me llevó a experimentar la sensación mística que describes magistralmente. Un abrazo.

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  3. Ha sido como recuperar por unos momentos tiempos pasados. ¡qué difícil es encontrar ahora la oportunidad de vivir esa sensación, siempre acechados por los pasos y los susurros de los turistas! Una sensación perdida que conseguía llenar de paz los momentos más tormentosos de la juventud.

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