domingo, 5 de septiembre de 2010

LOS JUEGOS DEL DESTINO


El primer signo de confusión que sobresaltó a Giordan fue encontrarse con don J M. La carretera estaba totalmente desierta y el hombre, desde el otro lado le saludaba.Devolvía el saludo y el hombre continuaba saludando.Giordan pensó en una máquina de saludar que veía todas las mañanas en el portal de una estación de servicios.
Cruzó.Aceptaba que lo conocía y con urgencia buscaba en la memoria esa última vez que se vieron y que nunca existe.
Don J M vivía en la casita rodeada de flores de la calle en diagonal. Víctima de una hemiplejia, caminaba muy despacio ayudándose con un bastón. Cuando estuvo frente a él, algo súbito le hizo dudar que se tratara de la misma persona; más aún le vulneró que el hombre permaneciera con los ojos cerrados.
-Cuánto tiempo! – expresó de compromiso.
-Mucho? – interrogó el otro y su mirada recayó en el chándal gris iridiscente.
Repentinamente iluminado por el centelleo de un recuerdo, Giordan preguntó con entusiasmo: Y su hija?
-Está bien. Es necesario que tú le expliques la situación.
-Qué situación ?– indagó ligeramente alarmado.
-Los juegos del Destino.
A pesar que se movían codo con codo, Giordan tenía la sensación de caminar en otra dimensión, mas arriba o mas abajo de la vereda. Y en medio de aquellas alteraciones se oyó responder:
- Bien. Seré su mensajero, solo por esta vez, eh?
- No tengo opciones - se lamentó el hombre.
Caminaron. Lo fascinaba la pericia de ambos para no pisar el suelo. Flotaban sobre el asfalto, sobre los parques, inclusive sobre la fuente de la Plaza. Giordan estuvo a punto de exclamar: "Acaso Marc Chagall nos introduce en alguna de sus obras? ", pero se lo guardó.
Don JM reparó en que era la hora que los tordos se reunían en la Plaza, y lo llevó hasta una cornisa para mirar la recogida de las aves.
-En verdad, estoy en deuda con mi hija.
A Giordan le rebasaba la gloria mirando desde aquellas alturas el continuo ir y venir de las aves, la algarabía de sus coloquios entre la fronda de los árboles, los techos multicolores de la Catedral y el fondo de silencio del interior gótico, al punto que su presencia y la de su vecino se diluyeron entre los grises del frontispicio. De nuevo lo miró y recordó un halo de sabiduría que sutilmente portaba aquel hombre.
Don JM hablaba como para sí, tenuemente. Decía :
-Sucedió algo. Cuando se aproximaba mi turno... transferí algunos de mis sueños a mi hija. No sucedió de modo inmediato.Con lentitud, mis sueños fueron rodeándola poco a poco, sin que ella se percatara. Y con esa perfección que se opera mediante la maquinaria del Destino, ella empezó a protagonizar aquello que yo no pude realizar.Ahora me gratifica verla feliz desempeñando mis antigüos roles. Pero – y esto es lo que me trae hasta aquí – ella ha postergado el mundo que le pertenece.
Giordan estaba estupefacto. Ignoraba que pudieran transferirse sueños o destinos.
-Por qué lo hizo? - le preguntó tras un largo silencio.
-No fué por egoísmo. Es posible que se trate de una alianza. Como el caso de la Santísima Trinidad.
-Que, ¿qué?! - exclamó Giordan.
-Es que no lo sabe? El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
-Acaso es Ud. Teólogo?
-Solo puedo decirle hasta ahí. Que los destinos se permuten no es una regla. Pero sucede.En el espacio real caben los destinos. Los protagonistas somos el aspecto visible de la trama .
-Entonces,¿ qué?
-Entonces vaya y cuentele a mi hija esta conversación.
- Soy - hombre - tan – pobre - en - palabras !
-Con las palabras justas es suficiente. Todavía es Giordan y dentro de unos segundos despertará.-


Beatriz Basenji

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