Berta, dice de la pasta con qué sirve el café, ―que no es nada ―, pero lo cierto es que se agradece, tanto como su sonrisa. Sentado, junto al ventanal, veo desenvolverse a la gente con sus prisas. Remuevo el azúcar y al tiempo que el humo del café asciende, las historias desbordan las páginas que las contienen y desde los anaqueles elevan su murmullo y tratan de hacerse notar. No es de extrañar. Hay tanto para leer y los personajes, ya se sabe, solo reviven cuando los leen.
¿Quién tendría la feliz idea de integrar librería y café?. Ese si que merece un monumento.
Valle-Inclán, desde un rincón, no deja de observar con cierto asombro el pequeño altar que le rodea.
Hoy «viajo intramuros», de la mano de un José María Merino, niño, que me muestra esta ciudad de otra manera, con otros ojos.
Que rápido oscurece en otoño, el tiempo pasa sin sentir al calor de un libro. Berta me cobra y de nuevo, la sonrisa.
Los murmullos se han vuelto llamadas y no puedo más que detenerme y como en un hasta luego, recorro con la mirada unas estanterías donde me aguardan mil historias.
Pd.: Esta semana se ha celebrado el día de las librerías y me apetecía hacer este pequeño homenaje. Y en especial a la librería mutante Tula Varona por su valentía al abrir sus puertas, por primera vez, en mitad de la pandemia.
Muy buena esta entrada, me ha gustado esa forma de estar entre libros.
ResponderEliminarUn saludo
Para mi tienen un atractivo especial las librerías, empezando por el olor a papel y tinta. En definitiva, olor a libros.
EliminarGracias por comentar. Un saludo.
Qué bonito homenaje a las librerías. Todos los que se hagan son pocos y ahora por desgracia, como no lo hagamos desde casa..., en muchos sitios han tenido que cerrar!! Qué pena!!
ResponderEliminarÁngel, muchísimas gracias por el consejo. Ya has visto que te he hecho caso y lo he modificado. Es una alegría tener personas que desinteresadamente, dan consejos de los que aprendemos. Se nota que no he hecho la mili, ¿verdad? Si se me ocurre meter un militar o parecido en otro relato, me acordaré de ti y tendré que pedir consejo a algún familiar o persona con experiencia, como en el caso que nos ocupa. De nuevo, muchas gracias.
Besicos muchos.
Gracias a ti por tus historias, en cuanto a consejos tengo muy pocos que dar y mucho que aprender. Escribo en un mar de oscuridad, en el que cada palabra es una puerta al desacierto.
EliminarUn saludo. Nos seguimos leyendo.
Es un precioso homenaje a las librerías y a los valientes. No hay nada mejor que un café con compañía, la de un buen libro.
ResponderEliminarSin despreciar los cafés con personas, eso sí. Un abrazo
La librera a la que hago referencia me impresiono, por sus ganas y su valentía. Abrir junto a un socio, una librería tan particular, con lo que está cayendo, tiene mucho merito. Y mantener abierta las que ya tienen cierta solera, hasta donde se es una lucha titánica.
EliminarGracias por pasarte y desde luego los cafés con conversación son lo mejor.
Me gusta lo que has escrito, me recuerda aquellos tiempos en el que me tomaba un café mientras escribía en mi cuaderno de notas aquello que se me iba ocurriendo... Maldita pandemia.
ResponderEliminarMis felicitaciones por tu texto tan cercano y a quien ha abierto el local en estos tiempos, está claro que con esa valentía que ha demostrado va a salir adelante y le va a ir de maravilla.
SAludos.
Manuela, esos tiempos volverán antes de lo que imaginamos, porqué si no esto no hay quien lo resista.
EliminarGracias por tus palabras. Un saludo.
Me ha parecido precioso tu homenaje Ángel 🤗
ResponderEliminarMargarita, las librerías y los libros nos dan más de lo que parece.
EliminarGracias por comentar. Un saludo.
Una entrada muy bonita, con un merecido homenaje a las librerías. Recorrer las estanterías llenos de libros y acompañarse de un café, es uno de los grandes placeres de la vida.
ResponderEliminarUn abrazo
Rita, eres muy amable, y desde luego a los que nos gustan los libros, las librerías o las bibliotecas son un paraíso.
ResponderEliminarUn saludo.
Es homenaje es precioso.
ResponderEliminarDelicado y da hasta envidia no estar ahí.
Has creado unos momentos mágicos.
Te felicito.
Saludos.
Muchas gracias, Toro.
ResponderEliminarNos leemos. Un saludo.
La buena noticia es que van apareciendo en las ciudades Librerías con café servido en unas discretas mesitas. Eso si: hay que tener a raya a los personajes porque tienen sus logrados recursos para infiltrarse en nuestras Vidas. Cordiales saludos.
ResponderEliminarBeatriz, muchas gracias por comentar.
EliminarTengo la esperanza de que vuelvas a contar historias, en esta tu casa.
Un saludo.
Libros y café (y una que otra pastita) excelente combinación. Muy bonito homenaje. Me gusta donde dices que los personajes reviven cuando alguien los lee y es verdad, en ese sentido viven y mueren muchas veces. Me ha encantado. Yo ahora mismo estoy con un libro viejo de Vargas Llosa: La Casa Verde, medio complicado de leer pero me está gustando. Te dejo un abrazo.
ResponderEliminarLibros y café de lo mejor que existe.
ResponderEliminarGracias por la visita, Tigrilla, un abrazo.