lunes, 9 de abril de 2012

EL SECTOR VIP



Estaba aún somnoliento. Una enorme llanura se extendía alli donde dirigiera la mirada. Algunos caminaban mirando hacia el suelo. El también miró y se sintió perturbado porque el suelo que al principio le pareció arenoso, luego se le antojó formado por millones de moléculas que se hundian suavemente a su paso, lo suficiente para causarle la sensación de una alfombra nunca antes caminada.
Poco a poco vió como la gente se cocentraba al pie de un promontorio que si bien tenía un aspecto rocoso, no dejaba de mostrar una puerta enorme y otras mas pequeñas, ridiculamente estrechas. Cuando quiso mirar con mas detenimiento las puertas de acceso, ya no le parecieron puertas, sino escaleras mecánicas que subian o bajaban sin que persona alguna hubiera subido a ellas.
Buscó con interés inusual el cartel con las tres letras. VIP. Allí no estaba. A un hombre joven que pasó a su lado con la barbilla hundida en el gabán intentó preguntarle por el sitio VIP. El joven siguió caminando sin responder. Hizo la misma pregunta al menos a otros diez transeúntes. Ninguno respondió.
Mas y más personas seguian llegando al lugar. Algunos vestidos de riguroso negro. Otros con colores tan alegres, que tuvo la certeza que regresaban de alguna fiesta de Carnaval. Cuando quiso meterse las manos en los bolsillos descubrió que su traje no tenía bolsillos. Ni siquiera aquél, pectoral, donde su padre decía que debian guardarse los secretos masculinos. Cielos ! Dijo cielos, y se percató que la palabra provocaba un estremecimiento del raro suelo. Volvió a repetir “Cielo” y una troupe de patinadores avanzó por la noche de una Avenida , con sus luces intermitentes uniéndose en infinidad de dibujos multicolores. Ahí fue cuando se manifestó su ansiedad. ¿Qué era esa multitud caminando de contínuo, con prisa o sin ella ? ¿Qué esperaban ? ¿A quien estaban aguardando?
Una hermosa mujer vestida de luto riguroso venía acercándose a él. Creyó reconocerla pero aunque dejó pasar por su memoria nombres y mas nombres femeninos, ninguno correspondía a esa mujer y debió verla alejarse sin formularle la pregunta. Pero, apenas ella avanzó unos pasos mas allá, se volvió y le dijo:
Aquí no hay sectores VIP.
Una contrariedad. ¿Cómo era posible que la gente del protocolo hubiera cometido tal equívoco? A él solo se le podía recibir y despedir en los sectores VIP.
Volvió a considerar el lugar. El cielo era gris. Los suelos tambien eran grises. El promontorio revelaba ahora unos raros ventanales que se deslizaban y giraban al mismo tiempo. Estoy soñando, pensó.
Ya no estaba de pié. Flotaba sobre las moléculas del pavimento. Iba en una larga cinta transportadora . Por momentos cambiaba de posición y observaba la espalda del hombre que conducía la cinta . Se parecía a su Abuelo cuando volvía sobre el carro cargado de heno para las vacas, con las primeras sombras del atardecer, en los veranos. Había sido mirando aquellas espaldas sudorosas y malolientes , con los tufillos del corral de cerdos cuando decidió que él iba a ser un hombre tan importante, como para nunca tener que salir a cortar las hierbas para alimentar animales.
Quiso cerrar los ojos. Ya no tenía párpados. Un pájaro de pico larguísimo lo vigilaba. El pájaro se posó sobre su hombro derecho y acto seguido dejó caer su excremento sobre el casimir inglés que lucía. Introdujo el pico en el bolsillo pectoral y sacó de allí todos aquellos adminículos de látex que alguna vez habia guardado en aquél sitio. Se vió a si mismo yendo y cayendo en los brazos de todas las mujeres con las que había intimado. Incluso con Isolda, la lechera . Pues sí, y cuanto disgusto habia tenido luego, porque la muy tuna le acorralaba en los momentos mas inesperados y le llevaba a lo mas oscuro del corral y aquello era tan bestial y horrendo, que se sentía violado por Isolda. Durante años no había logrado evadirse de aquellos olores donde se mezclaban las leches fermentadas y los detritus de los animales , que se habian instalado en su mente y ni el mas persistente aroma de rosas lograba imponerse. Sucio. El seguía sucio, maloliente a perpetuidad.
Llegaron a una amplia explanada donde algo semejante al mar rodaba de forma interminable como los ovillos de lana de su madre. Era un desfile militar. Los grandes desfiles militares del régimen, donde las mismas águilas se daban cita volando o posadas sobre las torres mas altas. Las marchas militares se sucedían y los escuadrones pasaban milimétricamente moviendo sus brazos y sus pies . El Dictador flanqueado por él mismo y el Ministro de Aviación desde el palco oficial contemplaban las tropas. Raro, se sintió muy raro. ¿Cuánto tiempo había transcurrido desde aquél desfile? ¿Cincuenta años? Y el acto militar seguía allí sucediendo, inacabable. Y el Sol despiadado subiendo y subiendo la temperatura estival.Sintió millones de gotitas de sudor empapando su ropa. Quiso tomar un pañuelo y enjugar su frente. No tenía bolsillos. Mucho menos un pañuelo. Jadeó. Ahí mismo el edecán le estaba indicando que firmara el expediente. ¿Qué expediente ? Preguntó. Ah, Ud. ya sabe cual expediente. No dijo nada mas y firmó. El resto de aquel siglo, su mujer se la pasó señalándole : “No debiste firmar esa sentencia de muerte” . La cinta transportadora se habia detenido. Lo hicieron bajar y de inmediato lo obligaron a acceder al túnel. Era una de aquellas obras infernales, que no llegaban al metro de altura y para recorrerlas había que doblarse en dos. Se dobló en dos. Luego el tunel se hacía mas y mas angosto. No supo bien como ya rodaba vertiginosamente hacia abajo y las piedras del empedrado le lijaban la piel.
Le lijaban la piel. Mas adelante le volatilizaron los huesos. La gente de la llanura continuaba caminando . Quería gritarles “No me pisen, por favor!” . Lo suyo era una súplica. Un ruego. Pero es que nadie oye a una grisácea molécula que cae al lagar de las moléculas grises .

2 comentarios:

  1. Aquí estamos , fieles a la convocatoria.A seguir escribiendo cuentos y cordiales saludos para todos.
    Beatriz.

    ResponderEliminar