Y mientras el tiempo pasa despacio en esta espera hacia la normalidad, la mente busca los recuerdos de esas manos, llenas de blandura y el calor justo, marcadas por las venas gruesas de la edad y las manchas grabadas por los días de trabajo y vida.
Madre, ¿donde estás?
Solo quedan ellas, las manos, las que cuentan los años y las historias, las que deformes por la tensión de la postura han ido adquiriendo ese volumen retorcido de la obra de arte que cuenta mil y un movimientos.
Solo te quedan ellas, porque tu cabeza se ha parado en los recuerdos más insulsos de una vida ajetreada, y las miras buscando en ellas tu pasado, y preguntas con ternura, ¿para que sirvieron mis manos?.
Dieron vida, caricias, consuelo, educación y modelo, fueron ágiles , trabajadoras, resueltas y constructoras, sin embargo, compartieron poco y eso es lo que te robó el destino, el regalo de la vida, cuando compartes y das, recibes, y en tu obsesión olvidaste esa fase linda de compartir la vida.
Tus manos cuentan peleas y luchas de fantasmas encontrados, supervivencia forzada, no resuelta, resignación.
Tus manos quietas, paradas , atrofiadas , se desesperan porque no tienen contacto.
Esas manos que para mi fueron tanto yacen solas sobre tu regazo.
Charo Acera.
me encantaría poder escribir bien como sabéis hacerlo pero no soy un buen escritor, aunque las palabras enlazadas, haciendo caricias a mis cansados ojos, y rejuveneciendo mis ideas, aportando nueva sabia a mis neuronas llenando mi cerebro de sensaciones olvidadas desde antaño, quizás algún día me decida ha hacer lo que tanto tiempo he ansiado, escribir
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