A los cerezos que nos ofrecen sus blancos dedos
llenos de vida y caricias,
quiero elevar una plegaria de existencia.
A los cerezos que tocan con sus ramas,
el aire que respiramos, que tocan con su hermosura,
hasta la fibra más dura de nuestra gris musculatura.
A esos cerezos les pido nos invadan con su energía.
A los cerezos que están sonriendo en Japón.
Especialmente a esos, agradecerles las imágenes
que nos muestran su sonrisa blanca y sonrosada,
después de que la negra capa de la muerte,
embozara para siempre una parte de su tierra.
Quizá, por orden de la naturaleza,
su polen traiga este año una misión nueva,
limpiar de partículas radioactivas,
la atmósfera podrida por la inteligencia del hombre.
Que así sea.
Gracias a los cerezos en flor, vemos otras imágenes de Japón. Gracias a los cerezos en flor, hay que hacer un acto de intensa reflexión y de intensa admiración por los hombres que están jugándose la vida intentando que la hecatombe de Fukushima no sea aún de mayor envergadura. Seguramente ellos no vean los cerezos en flor este año, craso error, porque esa visión les haría sonreír, que buena falta tendrán y el contacto con esa hermosura les limpiaría de toda la inmundicia que se han tenido que tragar para intentar detener al monstruo que se ha despertado en Japón. A ellos, más que a nadie, les vendría bien un atracón de esas imágenes niponas con las calles atestadas de cerezos en flor.
Quiero creer, que al monstruo de Japón, acampado en Fukushima y comarcas, estos hombres que se están jugando su salud y su vida, le están convenciendo de que no debe manifestarse más. De que ya ha hecho mucho daño, sacando tan sólo uno de sus brazos. Que serán capaces de sujetarle para que sus oscuros átomos de destrucción, creados por los hombres, no lo olvidemos, se vuelvan a dormir en los brazos de esas preciosas imágenes de los cerezos en flor.
Desearía, que las flores que auguran frutos, curasen tanta tragedia. Que en los cerezos estuvieran las moléculas que contrarrestaran tanto sufrimiento, pero aunque esto no sea posible, al menos mientras contemplamos ese mar blanco y sonrosado que llena las calles de Japón, se nos va la imagen de ese otro mar donde las moléculas radioactivas están destrozando el intenso y precioso azul del Pacífico.
Aquí en nuestra comarca, los cerezos, también están igual de hermosos, no dejéis de extasiaros un rato ante cualquier cerezo, para llenar las pupilas de energía y calma.
Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo
Gracias Manuela por invitarnos a reflexionar con la hermosa imagen de los cerezos en flor. Los cerezos primaverales son un canto de la naturaleza cargado de amor, de belleza, de fe y de esperanza.
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