Fotografía de Mourya Pranay |
Hoy hace un año que llegamos y el lugar parecía prometedor, el viento arrastraba las hojas muertas y la quietud del bosque transmitía calma.
Era una madrugada clara, ―luz de plata ―le gusta decir a Nut.
En momentos así contemplamos la noche y el universo parece detenido.
Hoy hace un año que llegamos y nuestro tiempo en la tierra se ha acabado. No diré que lo siento, la falta de conexión con estos seres supuestamente racionales ha terminado por irritarme. Sus mentes escépticas no aceptan la revelación . Nos tratan con el mismo desdén que al resto de sus semejantes.
Nut ha llegado a preocuparme, se muestra callada y hermética tras cada sesión.
―¿La terapia no sé qué toca en ella? ―pero borra el brillo de sus ojos y siento como, poco a poco, se marchita.
Paredes desesperadas nos retienen, recluidos y drogados en las instalaciones nos acompaña un grupo de almas en pena, son miradas perdidas, vacías la mayoría, miradas de odio; miradas de desamparo.
Los encargados de mantener el orden, uniformados con sus batas blancas, son los más extraños. Hipócritas sonrientes esconden su propia angustia tras una máscara.
Está noche, envueltos en luz de plata, dejaremos atrás este planeta desquiciado… no merece la salvación. Antes que su mala influencia se extienda. Nut me ha pedido que lo destruya.
Pd.: Está historia ha sido escrita y presentada fuera de concurso en El tintero de oro.