lunes, 31 de mayo de 2021

El mar del olvido


Me altero por lo perverso. El hilo de las certezas se muestra débil. Las lagunas aumentan en frecuencia y hondura.

Ando desorientado por un mar lechoso y calmo de inabarcable confusión.

Me esfuerzo en atrapar los destellos, en cruzar el vacío. En el blanco páramo un lejano rumor conjuga imágenes fugaces. 

La niebla muestra escurridizos asideros cada vez más difíciles de descifrar.

Descarto recuerdos yermos.

Persevero aunque te ocultes. Sé de ti… que sonríes. 

Buceo en el lodo, tu nombre escurridizo se divierte a mi costa. No pierdo la esperanza, en cualquier momento te recuperaré, sabré de tu rostro. Alcanzaré tu nombre.




viernes, 21 de mayo de 2021

¿Ahora qué?


Fotografia de Velizar Ivanov en Unsplash
Papá me dio un beso antes de marcharse. Fue el último.

Nunca más volvimos a estar a solas, jamás volvió a acariciarme.

Por la ventana veo esas nubes que como flechas cruzan el cielo. Me gusta creer que son los pensamientos y los sueños de los pasajeros, de esos aviones que decididos buscan su destino.

En uno de esos vuelos, cuando ya no era tan joven, la conoció. Mamá, absorta, volcada en regalar cariño cotidiano, con todo, no lo vio venir. Era algo más joven que ella, sin un pelo fuera de lugar, y el vértigo de unos tacones infinitos, que él recibió como un regalo.

―Las oportunidades se toman según vienen y no hay tiempo para meditar ―me explicaba convencido.

De que fue un amor voraz y abrasador mi madre pudo dar buena cuenta. La misma tarde que todo salió a la luz, recogió sus cosas. Ella le esperaba junto al coche. No tuvo el valor de mirarme a la cara. 

Tras una travesía hacia la locura que acabó con lo que llamábamos hogar, mi hermano y yo entrábamos en un centro de acogida

Cinco años más tarde, con mi madre, ya enterrada, Cumplí la promesa hecha en el silencio de la rabia, la que ahoga y no deja respirar. 

Fui a verla a su casa, por aquel entonces ya no estaban juntos, al amor arrebatado le sucedió el aburrimiento. El hechizo se había roto. No había arrepentimiento, ni rubor alguno en sus palabras, para ella era el azar el que disponía las cosas.

En la terraza, desde la que más tarde «la ayude a caer», le hice saber lo profundo del dolor y que no es bueno hacer llorar a una niña y su madre. Que el azar si existe, no es cosa con la que jugar.

 Pocas ocasiones vino papá a verme y en esas escasas apariciones, cada vez, le acompañaba una mujer de distinto nombre.

Cómo si tampoco tuvieran un lugar al que ir, las nubes, paradas, engordan mientras se deshacen.

Hoy he pagado mi cuenta con la sociedad y a mamá la siento feliz, aquí en el corazón.

 


martes, 11 de mayo de 2021

Vacuna obligatoria

Fotografía de Alexandr Podvalny

 Es una vacuna, solo un pinchacito. Repito como un triste mantra. Ya siento las manos pegajosas y un sudor frío me empapa la camiseta. Nadie alrededor nota nada, cada uno se ocupa de sus cosas. La sala es espaciosa y somos pocos los que esperamos.

Echo mano de toda mi fuerza de voluntad. Me obligo a avanzar, cada paso me acerca un poco. No sé lo que imagino, venas hinchadas, brazos taladrados, sangre; y otro paso que es un salto en mi pecho. Respiro hondo, profundo, preciso el aire, el oxígeno, sobreponerme, no es más que otro pinchazo. Vertiginosas visiones se agolpan, locas por escapar.

Cuando abro los ojos, estoy vacunado, y el desmayo no es más que una mala pasada de mis nervios.

Me han sentado y enfrente, la rutina continua. Mi piel gime, otro brazo desnudo, el acero hambriento y la oscuridad de nuevo a mi lado.



Pd.: Microrrelato escrito siguiendo la propuesta: Fobias de "EL TINTERO DE ORO" en este caso se basa en el miedo a las agujas e inyecciones, Aicmofobia, Belenofobia y tripanofobia. A cualquiera de estas fobias se puede aplicar el contenido del relato.