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miércoles, 15 de enero de 2014

MÚSICO






Era un típico pueblo rural , donde los hombres caían al final de la tarde al almacén de ramos generales a tomarse una copa y charlar con los vecinos y conocidos. Era un ritual de aquellas soledades propias de las pampas . Descansaban de sus fatigas acodados contra el mostrador. Algunos estaban soñolientos,aletargados, cuando apareció el músico y todos miraron al recién llegado.
Al rato uno de los parroquianos , en el momento que el hombre comenzaba a liberar los cierres del estuche se le acercó y le dijo con un mezcla de respeto y admiración:

-Toque algo, mi amigo! -
-Vamos a ver que sale … - respondió el músico con humildad.

Continuó liberando los cerrajes y justo en el momento de tomar con ambas manos el acordeón, salió huyendo a mas no poder un ratoncito.   

lunes, 9 de abril de 2012

EL SECTOR VIP



Estaba aún somnoliento. Una enorme llanura se extendía alli donde dirigiera la mirada. Algunos caminaban mirando hacia el suelo. El también miró y se sintió perturbado porque el suelo que al principio le pareció arenoso, luego se le antojó formado por millones de moléculas que se hundian suavemente a su paso, lo suficiente para causarle la sensación de una alfombra nunca antes caminada.
Poco a poco vió como la gente se cocentraba al pie de un promontorio que si bien tenía un aspecto rocoso, no dejaba de mostrar una puerta enorme y otras mas pequeñas, ridiculamente estrechas. Cuando quiso mirar con mas detenimiento las puertas de acceso, ya no le parecieron puertas, sino escaleras mecánicas que subian o bajaban sin que persona alguna hubiera subido a ellas.
Buscó con interés inusual el cartel con las tres letras. VIP. Allí no estaba. A un hombre joven que pasó a su lado con la barbilla hundida en el gabán intentó preguntarle por el sitio VIP. El joven siguió caminando sin responder. Hizo la misma pregunta al menos a otros diez transeúntes. Ninguno respondió.
Mas y más personas seguian llegando al lugar. Algunos vestidos de riguroso negro. Otros con colores tan alegres, que tuvo la certeza que regresaban de alguna fiesta de Carnaval. Cuando quiso meterse las manos en los bolsillos descubrió que su traje no tenía bolsillos. Ni siquiera aquél, pectoral, donde su padre decía que debian guardarse los secretos masculinos. Cielos ! Dijo cielos, y se percató que la palabra provocaba un estremecimiento del raro suelo. Volvió a repetir “Cielo” y una troupe de patinadores avanzó por la noche de una Avenida , con sus luces intermitentes uniéndose en infinidad de dibujos multicolores. Ahí fue cuando se manifestó su ansiedad. ¿Qué era esa multitud caminando de contínuo, con prisa o sin ella ? ¿Qué esperaban ? ¿A quien estaban aguardando?
Una hermosa mujer vestida de luto riguroso venía acercándose a él. Creyó reconocerla pero aunque dejó pasar por su memoria nombres y mas nombres femeninos, ninguno correspondía a esa mujer y debió verla alejarse sin formularle la pregunta. Pero, apenas ella avanzó unos pasos mas allá, se volvió y le dijo:
Aquí no hay sectores VIP.
Una contrariedad. ¿Cómo era posible que la gente del protocolo hubiera cometido tal equívoco? A él solo se le podía recibir y despedir en los sectores VIP.
Volvió a considerar el lugar. El cielo era gris. Los suelos tambien eran grises. El promontorio revelaba ahora unos raros ventanales que se deslizaban y giraban al mismo tiempo. Estoy soñando, pensó.
Ya no estaba de pié. Flotaba sobre las moléculas del pavimento. Iba en una larga cinta transportadora . Por momentos cambiaba de posición y observaba la espalda del hombre que conducía la cinta . Se parecía a su Abuelo cuando volvía sobre el carro cargado de heno para las vacas, con las primeras sombras del atardecer, en los veranos. Había sido mirando aquellas espaldas sudorosas y malolientes , con los tufillos del corral de cerdos cuando decidió que él iba a ser un hombre tan importante, como para nunca tener que salir a cortar las hierbas para alimentar animales.
Quiso cerrar los ojos. Ya no tenía párpados. Un pájaro de pico larguísimo lo vigilaba. El pájaro se posó sobre su hombro derecho y acto seguido dejó caer su excremento sobre el casimir inglés que lucía. Introdujo el pico en el bolsillo pectoral y sacó de allí todos aquellos adminículos de látex que alguna vez habia guardado en aquél sitio. Se vió a si mismo yendo y cayendo en los brazos de todas las mujeres con las que había intimado. Incluso con Isolda, la lechera . Pues sí, y cuanto disgusto habia tenido luego, porque la muy tuna le acorralaba en los momentos mas inesperados y le llevaba a lo mas oscuro del corral y aquello era tan bestial y horrendo, que se sentía violado por Isolda. Durante años no había logrado evadirse de aquellos olores donde se mezclaban las leches fermentadas y los detritus de los animales , que se habian instalado en su mente y ni el mas persistente aroma de rosas lograba imponerse. Sucio. El seguía sucio, maloliente a perpetuidad.
Llegaron a una amplia explanada donde algo semejante al mar rodaba de forma interminable como los ovillos de lana de su madre. Era un desfile militar. Los grandes desfiles militares del régimen, donde las mismas águilas se daban cita volando o posadas sobre las torres mas altas. Las marchas militares se sucedían y los escuadrones pasaban milimétricamente moviendo sus brazos y sus pies . El Dictador flanqueado por él mismo y el Ministro de Aviación desde el palco oficial contemplaban las tropas. Raro, se sintió muy raro. ¿Cuánto tiempo había transcurrido desde aquél desfile? ¿Cincuenta años? Y el acto militar seguía allí sucediendo, inacabable. Y el Sol despiadado subiendo y subiendo la temperatura estival.Sintió millones de gotitas de sudor empapando su ropa. Quiso tomar un pañuelo y enjugar su frente. No tenía bolsillos. Mucho menos un pañuelo. Jadeó. Ahí mismo el edecán le estaba indicando que firmara el expediente. ¿Qué expediente ? Preguntó. Ah, Ud. ya sabe cual expediente. No dijo nada mas y firmó. El resto de aquel siglo, su mujer se la pasó señalándole : “No debiste firmar esa sentencia de muerte” . La cinta transportadora se habia detenido. Lo hicieron bajar y de inmediato lo obligaron a acceder al túnel. Era una de aquellas obras infernales, que no llegaban al metro de altura y para recorrerlas había que doblarse en dos. Se dobló en dos. Luego el tunel se hacía mas y mas angosto. No supo bien como ya rodaba vertiginosamente hacia abajo y las piedras del empedrado le lijaban la piel.
Le lijaban la piel. Mas adelante le volatilizaron los huesos. La gente de la llanura continuaba caminando . Quería gritarles “No me pisen, por favor!” . Lo suyo era una súplica. Un ruego. Pero es que nadie oye a una grisácea molécula que cae al lagar de las moléculas grises .

domingo, 18 de diciembre de 2011

LOS PANES DULCES



Llegaron precipitadamente los dias de hornear los panes dulces. Ella recuperó su delantal de cocina, su alto gorro donde ocultaría la mata de cabellos enrulados. Recuperaría la vieja receta , y comenzaría el ritual.

Canturreaba feliz. Qué placer tener las manos enharinadas! Destrozar los huevos con ganas, someter la blancura de la harina al dominio de esos líquidos aglutinantes . De ahi debieron sacar los políticos sus ideales demagógicos. De ahí. De esa cándida blancura ,inocente , nostálgica capaz de convertirse en masa por el imperio de unos huevos !

Mezcladas las nueces, almendritas, pasas de uva y la copita de cogñac ya la masa cobraba su prestigio navideño . Como en los buenos tiempos de la Abuela. Ella estaba añadiendo un poco mas de harina,cuando las dos gatas atigradas iniciaron una pelea magistral y saltando sobre la mesa en su feroz pelea se enredaron en el bollo y lo lanzaron al piso de la cocina . A ella le saltaron las lágrimas impotente viendo como las gatas y el amasijo se transformaban en un bólido que serpenteaba por la casa.

sábado, 21 de mayo de 2011

EL TRASLADO


A sus casi 50 años , allí estaba, como un chiquillo estrenando la habitación de uno de aquellos hoteles lujosos, donde iban las parejas fugaces a enmarcar sus amores .
La miró una vez más deslumbrado por los movimientos de ella, seguros, graciosos, como si formaran parte de un ballet o de una comedia con pasos tan estudiados que salían a la perfección.
En su pensamiento se deslizó por un instante la idea que era una verdadera artista.
Ella se reía. Le contaba chistes. Le hacía cosquillas inesperadas. En menos de media hora lo había convertido en eso : un chiquillo !
Se bebieron un par de buenas copas de bourbon. Estaba distendido y locuaz. Le había contado de aquellas largas navegaciones en las proximidades de la Antártida . Del rompehielos que avanzaba lentamente entre un mar de olas mansas y hielos rotos , que en la madrugada, cuando la primera cresta solar asomaba en el horizonte, se volvían soberanamente rojizos y fulgurantes. Los hombres acodados en el puente de mando, apenas respiraban , solo atendían a la rotunda magnificencia del Sol. Se sentían buenos. Hechos de bondad pura .

Ella lo abrazó. Lo hizo sentir un Zeus lánguido, satisfecho, rotundo en su doble identidad : divina y humana. Le arrancó nuevas emociones , breves raptos de ardientes comuniones . Y luego nada.
Nada. Ni hielos ni mares. Ni música ni danza. Ni siquiera ese leve perfume de rosas desvanecido en la piel.
Se puso de pié. Estaba solo. Audazmente solo. La mujer de Araujo había desaparecido como la luz en las esferas nocturnas.
¿Cómo era posible? Se preguntó sin falsos escrúpulos. Entreabrió la puerta y vió que el auto rojo había desaparecido.
Se vistió como siempre y pidió al conserje un remisse que lo llevara a la civilización. En menos de cinco minutos estaba regresando al mundo, a la gente, a las cosas , y el chiquillo que llevaba muy adentro también había desaparecido igual que la mujer de Araujo. Sin dejar señales.
Pasaron años. Décadas . Zeus cubría su incipiente calvicie con una boina de vasco , que inclinaba hacia uno de los lados de su rostro.
Caminaba con menos bríos. Era un caballero atento y generoso con las damas. Capaz de ceder su asiento en el metro, los ómnibus, las barcazas. De tanto en tanto se dejaba elegir por alguna romántica empedernida, se dejaba quitar la ropa y los zapatos, y se metía entre la frialdad de las sábanas , dispuesto a todo.
Era su homenaje a la mujer de Araujo. La gran siete! Qué finamente lo sedujo, con qué coraje lo citó a media tarde y se lo llevó en su Cadillac rojo. Y lo amó. Vaya si lo amó con requiebros humanos , con desparpajos divinos y perfectos.
Al tiempo se enteró que Araujo había sido trasladado a una nueva misión en un país del Atlántico Norte. Asuntos de la diplomacia. Nunca más supo de ellos. Igual que si la tierra los hubiera tragado.
Ya estaban todos retirados. Si uno se encontraba con algún conocido en
los supermercados, allí comparecían con sus uniformes de turista. Bermudas, camisas hawaianas, ojotas. Anteojos oscuros.
A Zeus le fascinaban las ojotas. Dejaban ver aquellos dedos de las extremidades, los testigos torturados por aquel hombre o aquella mujer. El mismo ventilaba sus propios dedos desnudos sobre las arenas de la playa. Los condenaba a los salitres que el mar renovaba hora tras hora, con ese ímpetu salvaje , de bestia acuática.
Aquellas uñas suavemente perladas de la mujer de Araujo! Como si las conchas marinas las hubieran tallado con milenario esmero.

Lo vió en la lejanía. Con aquél aire de lobo marino. Bamboleándose y sacudiéndose . Romero!
Obeso, con sus ojos claros, y los bigotes de morsa.
Te estaba mentando , bandido ! - le dijo Romero al abrazarlo. Después de recordar los bueyes perdidos, le clavó la frase:
-Sabés que me los encontré a los Araujo en Bruselas ?
No sabía nada de esa gente ! -
Tienen un hijo que les nació en Bélgica. Estudia astronomía. Al muchacho le atrajo el Universo, igual que a vos. Salió igualito a la madre. En Junio cumplirá veinte años .Sacá la cuenta !
Sacá la cuenta.
Zeus lo abrazó con emoción y se despidieron.

lunes, 14 de febrero de 2011

EL NAUTA

Lo conocí en sus buenos tiempos. Era lo que se dice “ un triunfador” . Cuanto tocaba se convertía en oro, o poco menos. Hombre con espíritu aventurero, capaz de largarse en solitario a navegar por los litorales bravíos de los mares del Sur. Sus regresos eran triunfales. Gozosos. Plenos de recuerdos hilvanados con elegancia. Hubo tardes en que fue hasta el aeropuerto a tomar un café con una joven, y ahí mismo, acercarse a las ventanillas, adquirir un par de pasajes de avión y largarse a una nueva aventura. Así de simple. Aquel atardecer que recaló en nuestra casa, no era el mismo. Le precedía una larga respiración, como un suspiro pausado y las palabras salían de su interior entrecortadas, exánimes. Nos miraba ya no desde su maestría de pintor, ni de sus peritajes marinos , ni siquiera desde sus arenas destempladas . Así como un sediento pide un vaso de agua, el pidió una cama donde yacer unas horas. Y allí se fue, a lanzar su humanidad sobre un lecho alcanforado . Un par de años mas tarde tropezamos con él, en los bordes de una esquina . Si cayó en ese lugar, o se sentó al borde de la calle , allí estaba. Al vernos quiso recobrar el rostro perdido, y poner en pié su humanidad desencajada. Nos tendió la mano y balbuceó algunas palabras carentes de sentido. Le preguntamos si deseaba que lo alcanzáramos a algún sitio . Mi casa, exclamó, y hacia allí lo llevamos. No habló nada durante el trayecto. Bajó del auto hasta con elegancia, nos palmeamos mutuamente , y se perdió detrás de un cerco de bignonias. Luego nos llamó y acaso intentó contarme una larga historia. Aunque tomé nota de las palabras que logré reconocer, ninguna de ellas lograba tener un sentido . -Eres un hombre fuerte. Tu estas por encima de las circunstancias.- le dije al despedirme. Un mes mas tarde me invitó a su casa. Vivía en el piso superior. La escalera era maravillosamente accesible. Cuando llegamos al sitio que deseaba mostrarme, quedé impactado. Se trataba de una biblioteca. Me sentí atribulado. Libros y libros ordenados en anaqueles que iban desde el piso hasta el cielorraso. Olía a papel y a betunes. Herencia de su padre. Con el tiempo descubrió que muchos de ellos habian sido robados en bibliotecas de provincia, que aún conservaban sus sellos oficiales. Para su progenitor, la sabiduría bien valía aquellas sustracciones. Al fin y al cabo, no era esa la historia de la Humanidad? Generar conflictos y guerras para robar los tesoros del enemigo?Qué no darían ciertos pueblos por recobrar los mapas que sus invasores les habían quitado? “Un mapa, hijo, es el delator de las riquezas de un reino“, había dicho su padre. Ahora, según mi amigo, ya ningún mapa estaba a salvo. Impertérritos ojos cruzaban hora tras hora los cielos, grabando aquellos movimientos humanos semejantes a hormigas, que surcaban carreteras , autopistas, caminos comarcales, puentes. Los ojos satelitales miraban impasibles hasta los cultivos de las opiáceas y calculaban las toneladas que se lanzarían a los mercados del mundo para aplacar las rabias y venenos de los más exaltados. También predecían las cosechas de cereales y hacían oscilar los precios internacionales a la baja o a la alta. “Pero aquí me ves. Soy el hombre lúcido que se sumerge en estos libros, como en un baño de sal que nos convertirá en indolentes. Una mentira más. El interior de mi cuerpo se va despidiendo cada día de millones de células que no vuelve a reponer nunca más. No duermo a causa de los estertores de mi tórax cuando descanso. Al principio imaginaba que algún gato del vecindario se había acomodado debajo de mi camastro y emitía esas respiraciones hechas de quejidos sutilísimos. Hasta que me dí cuenta que eran mis propios bronquios quejumbrosos. Mas allá de las tres o cuatro de la madrugada mis respiraciones son hipopótamos enfilando por las oscuridades de la selva. Al final me veo a mi mismo , sudoroso , con mis gruesas pieles colapsadas , caminando en mi laberinto literal. “ Ya no salgo de esta casa. Mi madre se las ingenia para que nos traigan un pollo rotisado los domingos, y el resto de la semana inventamos unas comidas en las que aparecen finamente picados los restos del pollo. Al final, el sábado hacemos un caldo con los huesitos y les añadimos restos de hortalizas que los verduleros tiran a la basura, y para que la sopa resulte mas sustanciosa, le arrojamos crostones de pan viejo. Se acercó mas a mí y en tono confidencial me dijo: Conservar nuestro velero anclado en la dársena deportiva es la única recompensa a tanta penuria.-

lunes, 15 de noviembre de 2010

N E X U S





Soy ese hueco de un ladrillo que se ha perdido en la pared lindera. Hay un bonito jardín donde juegan , gritan y saltan cuatro niños. A veces son cinco, y con el perro, seis. Cuando estan cansados se tumban sobre el césped. De tanto ignorarlos he borrado sus juegos. Hay programas donde se me ve en una cámara lentísima saltando encapsulado.

Son mínimas las veces que alguno de los chicos puede atrapar. En verdad, el perro es el dueño de la pelota. Hasta que se cansa y la destroza con todas sus ganas. Esos dias imagino que soy yo quien le está hincando los colmillos al balón , sacando menudos trozos cada vez mas pequeños. Es la gloria.
Cuando ellos finalmente desaparecen de todas las versiones del jardín exhaustos y felices, tambien giro dichoso. Siento que he jugado con ellos.

Por la tarde la estrategia es diferente. Los niños se lanzan un objeto de forma extraña unos a otros y aunque el perro se esfuerza no lo puede capturar. Cansado, se deja caer sobre la hierba y hunde el hocico entre sus propias patas.Algo me mueve la melancolía.

De este lado de la cerca hay un profesor virtual de Matemáticas. Cada mañana cuando despierta, tose y carraspea fuerte . El programa dura diez minutos. Se le han carcomido algunos fractales que consiguió en Egipto y el ojo se distrae esperando una salida de emergencia en esas zonas . El hombre abandona el lecho tambaleándose y apoyándose en las paredes . Cuando él ingresa al cuarto de baño, los artefactos se sacuden , tiemblan afiebrados, largan sus aguas violentamente a las cañerías . Pareciera que la misma casa caerá bañada en sus propios espantos y teoremas. Luego grita mi nombre para que yo despierte. Ignora que ya he despertado , que ya he tosido y retado al vecindario con mis carrasperas y arrastrado mi torpe humanidad por los arabescos del pasillo. “Puta marihuana te volverá loco antes de tiempo “ decía la vieja . Ya entonces íbamos cúbicos. Poliédricos. Tan insanos que en las noches estrelladas nos proyectábamos desde el firmamento como bólidos hacia la materia oscura. Y lo peor no era no poder regresar a la Tierra, sino permanecer un millón de años suspendidos sobre el patio sin siquiera tragar una bocanada de aire.
Algunas mañanas cuando el viento sopla del este, Nexus necesita aspirar mis confusiones. Va zigzagueando hastra el hueco del ladrillo y me sermonea como la primera vez. Con ese cariño tan de perro . Pleno de fidelidades.


Beatriz Basenji