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domingo, 27 de julio de 2014

LA SOMBRILLA



Para  FRANCISCO  FLECHA .


Había sido una de tantas cosas que el Abuelo había traído de sus viajes. Una sombrilla de la India. Si la sabías rotar te narraba una historia a una velocidad imposible de registrar. Es decir: registrabas figuras. Esbozos. Bien podían ser animales corriendo o luchando. Mujeres con sendas capelinas u hombres que se perseguían al infinito.

Si uno deseaba volver a mirar la misma historia, terminabas frustrado, indignado contra ti mismo. Tu único pensamiento estaba en la torpeza de tus manos y en las habilidades del Abuelo que tanto era capaz de arreglar relojes,como hebillas para el cabello,armar un camión pieza por pieza o reparar maquinarias.

Muchas veces los nietos peleamos por la tenencia de la sombrilla y hasta es posible que le hayamos cometido algunos desgarros en la fina tela. Solo cuando nuestra Abuela nos alertó de lo difícil que era reparar aquel destrozo, caímos en la cuenta que la sombrilla era mucho mas que un objeto. Era en verdad una joya que además tenía vida propia.

Alguna de mis hermanas logró concentrarse en aquellos giros con pausa y aceleración. Por años la sombrilla era el vínculo mas estrecho entre los niños de la familia. Lo único que lograba hacernos permanecer horas en silencio. Tal era el silencio que a nuestros mayores les resultaba harto sospechoso,y de tanto en tanto asomaban sin hacer ruido al lugar de los juegos.

Me pregunto si hubo un tiempo en que pudimos haber agotado las historias. En verdad nunca llegamos a percatarnos de ello. Fueron el álgebra, el inglés, las ciencias naturales, las complicadas geometrías , las que nos fueron alejando poco a poco de las historias de la sombrilla.

Algunas veces mis hermanas se vistieron con capelinas como las del cuento para asistir a una boda. Mis primos paseando por las cercanías de una playa se vieron atacados por una jauría de perros abandonados. Llegaron a verse corriendo a toda velocidad para evitar ser alcanzados , y mientras corrían no podían dejar de recordar las escenas de la sombrilla. Más aún: llegaron a imaginar que estaban inmersos en ella.

El primo Horacio - el único de nosotros que había seguido los pasos del Abuelo - se vió detenido en el puerto de
Murmansk luego de haber huído de la persecución de unos policías que le confundieron con un sospechoso de homicidio. Cuanto le ocurría no coincidía con él, pero allí estaba, indefenso, hablando en una mezcla de inglés y español en un puerto ruso. Hasta que finalmente logró que un cónsul que hablaba español le visitase en los calabozos y oyera su historia. Aún así, pasó un largo mes entre las rejas . Cuando finalmente lo liberaron su nave había partido, y con la mejor de las suertes - probando solidaridad con diversos transportistas - pudo llegar al barco apenas unos minutos antes que partiera de Malmö.

Por alguna razón nunca dialogada, la sombrilla cayó en el olvido. Alguien debió guardarla en el entretecho de la casa como un juguete roto y nunca mas se supo de ella.

Fue a causa de las refacciones que se hicieron en la casa de los Abuelos, que nuevamente la encontramos. Estaba como aquel día de Reyes que el Abuelo la había sacado al jardín.
Nos causó una profunda tristeza. Mi hermana , la que sabía entenderse con la sombrilla y le absorbía las mejores historias , hace tiempo se ha marchado al mejor de los mundos posibles.

Horacio se radicó en Australia. Otros primos eligieron paises diversos para dedicar vidas y esfuerzos. La sorteamos entre los pocos que quedamos y me ha tocado a mí.

¿No ha querido el Destino que mi mejor amigo viniera a visitarme justo en el momento de llegar a casa con la sombrilla ?

Aunque no la hice girar ante sus ojos, ni le conté historia alguna, se enamoró de ella. Sin que esto signifique un elogio, debo reconocer que mi amigo colecciona telescopios ,largavistas, caleidoscopios que aparecen en las casas donde venden antigüedades.

Te la compro, pibe, te la compro!” empezó. A la media hora, sin haber bebido una gota de alcohol, con una voz traspasada de una rara ebriedad continuaba: “Te la compro, pibe, te la compro!”

Se puso tan pesado, que discutimos. Le encajé una trompada. Cayó al suelo tan mal, que los dientes le cortaron el interior del labio inferior y algo de la lengua. Comenzó a sangrar profusamente. Atiné a ayudarle a levantar y llevarlo a la sala de guardia del Hospital. Lo curetearon como acostumbran los médicos. Compré los antibióticos que le recetaron. Lo llevé a su casa y juro por mi santa madre que le pedí, le rogué, que perdonara mi reacción.

No respondió nada, porque la misma anestesia no le permitía hablar. Ni siquiera movió la cabeza para mirarme. Salió del auto como alma llevada contra voluntad.

La Abuela solía decir que uno debe liberarse de los agentes tóxicos. Sean objetos, animales o personas.

Luego de pensarlo bien decidí empacar la sombrilla y enviarla a mi amigo.

Esa misma mañana se la envié a su domicilio hasta con un moño escocés !

Han transcurrido largos dos años. No he vuelto a saber nada de mi mejor amigo hasta este mismo dia, que me crucé de pura casualidad con su esposa. Nos saludamos. Cambiamos esas preguntas protocolares en que todos incurrimos.
Ella intuyendo mi falta de iniciativa para preguntar por mi ex gran amigo, me dice, mirando hacia las losas de la vereda:

  • Antony ya no vive conmigo. Ha regresado con su madre. Se la pasan ambos bajo una sombrilla dentro del living y dicen que el Universo radica en ese sitio. Mas le digo: Lo he visto aplicar alguno de sus telescopios a la misma sombrilla. -

domingo, 12 de mayo de 2013

MIÉRCOLES POR LA TARDE

Cuando ingresé en la firma, apenas había un escritorio muy viejito, de segunda o quinta mano , un sillón idem,dos tristes sillas y un fichero manual que me encargué de organizar.
Nunca me pregunto cual es mi rol, porque soy el que está en todo.
Lo que menos me gusta es seleccionar personas cuando se produce una vacante. Así que pasé tres largos dias concediendo entrevistas ,hasta que hizo su aparición Glinys.
Prometía ser la persona ideal. Simpática, atenta, positiva, puntual. La aprobación fue unánime a pesar que ella nos impuso una condición: los miércoles por la tarde no se podía contar con su persona. Nunca. Los miércoles por la tarde no había Glinys.
Al principio el Jefe contempló la demanda como un detalle acorde con la personalidad. No cualquier empresa podía darse el lujo de una Glinys, de modo que una tarde de miércoles era admisible.
Con el correr de las semanas los miércoles se iniciaban con situaciones anómalas y era que los efectos de Glinys ausente por la tarde creaba síntomas solapados de rebeldía . Hasta era posible que algunos elaboraran un meticuloso montaje teatral; pero sea como fuese, los miércoles se nos extraviaban libros de actas ; datos importantes se escabullian de los archivos de las computadoras, objetos tales como abrochadoras o sellos desaparecían de sus lugares habituales, para encontrarse mas tarde en el office del cuarto piso, en las antesalas de los baños, en el trastero de mantenimiento. Si algún contrato quedaba en suspenso, era en miércoles por la tarde.
Insensiblemente se fue instalando un clima adverso en torno a Glinys;lo peor que nada se podía hacer al respecto. Lo mas significativo resultaba que ella vivía totalmente ajena a nuestras envidias, celos y fantasías. Nadie pudo lograr hacer mella en su buen ánimo. Hasta que Hortensia – la Jefa del segundo piso - ya rebosante de fastidio, quiso saber cual era la causa por la qué Glinys era dueña de los miércoles por la tarde. Contrató a alguien de su confianza y así empezó.
.El domicilio legal de Glinys no coincidía con el sitio donde residía. Ese fue el primer sobresalto. Cuando el investigador pasó su primer informe, el asunto del domicilio cayó mal.
El segundo descubrimiento tenía relación con el automóvil. Glinys tenía registrados a su nombre dos autos. Los dos adquiridos casi al mismo tiempo, en la misma agencia, nuevos y de especiales características : rodados para personas discapacitadas .
Tan luego Glinys valiéndose de tales vehículos, cuando saltaba a la vista su excelente salud. Hortensia en persona subió hasta la oficina de Sueldos y Jornales y revisó prolijamente las liquidaciones de los haberes de la joven
.¿ Podía alguien con un sueldo que no llegaba a los mil doscientos dólares adquirir dos automóviles especiales? No. Rotundamente no. Hortensia estaba verde .
El mismo Jefe fue boyando una ansiedad que hasta entonces nadie le conocía. La ansiedad en él se traducía en un ir y venir al lavabo para lavarse las manos. Llegó a considerar preguntar a la joven a qué dedicaba sus famosos dias miércoles. Luego su dignidad, su orgullo aséptico lo hacían filtrar nuevamente la cordura y desechaba aquellos deslices de su pensamiento. Pero Hortensia estaba muy lejos de la sensatez del Jefe. De modo que como buena taurina decidió cortar por lo sano y emplear sus afilados tacones tras los pasos de Glinys.
A pesar de cuanto ya sabía no le fue fácil pescar a Glinys saliendo del domicilio real. Los vidrios oscuros como las cortinas de los antiguos carruajes chinos eran impenetrables. La siguió a prudente distancia. Atravesaron toda la ciudad por la avenida principal . Salieron por la ruta que bordeaba el camino de la costa. Al final el automóvil se detuvo en un viejo parador que se introducía en el mar.
Bajó Glinys y quizás otras dos personas. O tal vez eran tres . El auto,la neblina y la distancia no le permitieron ver mucho mas.
Hortensia optó por cerrar el capítulo de Glinys.
Ingresamos otra vez en las urgencias de los dias y la empresa volvió a sus públicas rutinas.
Glinys se nos fué opacando. Por alguna razón cada uno de nosotros la ignoraba o le restaba méritos. Bien porque desde el principio quizás magnificamos sus cualidades, o porque prevalece en la especie humana el gusto del menoscabo.
Por eso , la mañana en que el encargado de la cafetería comenzó a insinuarnos lo que tenía visos de comentario social, lo miramos desde nuestros egos de gente superada. Pobre muchacho amargo - pensé - mientras daba comienzo a su relato.
Ayer miércoles , fuimos con mi novia al viejo parador de la playa. Ha cambiado algo. Desde que le quitaron los antiguos bowindows y les instalaron los ventanales panorámicos se tiene la sensación que el mar te va probando sus furias ,pelea por atraparte o te conduce a sus mansedumbres monótonas.¿ Se dieron cuenta? Allí estábamos rendidos al oleaje del atardecer, sorbiendo nuestros capuchinos . Veo muy cerca un hombre en silla de ruedas, tiernamente acariciando las manos de una anciana sentada a su lado. Raro ver dos ancianos tan unidos y tan frágiles. Contemplaban los rituales del mar igual que nosotros. Lasos , dulcificados. De repente, surgiendo de la magia de la penumbra, alguien me habla:
- “Tomasito! Me has atrapado in fraganti !! Aquí estoy haciendo de chaperona de mis Abuelos. Los traemos aquí cada miércoles por la tarde .¿Verdad que son hermosos? Cumplen una cita que se prometieron hace mas de 50 años! El se hace vestir su traje lleno de condecoraciones y se perfuma y se calza su boina tradicional. Desde que ella perdió el habla viven su propia ósmosis de ternura. El Amor en el rescoldo coloquial de las manos , como pregonaría un poeta “




jueves, 28 de julio de 2011

EL ADIVINO




Conocí un hombre que adivinaba mediante unos cartones tan gastados,que ningún símbolo era apreciable en ninguna de sus dos caras. Un buen día dejo de ejercer su oficio. Alguien le preguntó cual era el motivo."Llevado por un sentimiento de piedad,dije a una mujer que anhelaba ser madre, que,desde ese día,así que pasaran cuatro meses,iba a concebir" .Así se cumplió. Desde entonces paso los dias de modo de no alterar los planes del Universo " .

miércoles, 3 de noviembre de 2010

LA SALIDA


No fue fácil.
Mao Tse Tung tuvo que salir de los Infiernos por mediación de un verdugo francés que llevaba muchos siglos congraciándose con el maligno, a causa de que en reiteradas ocasiones dejaba ganar al dueño de casa partidas de ajedrez.
Cuando traspuso la gatera infernal, se lo vio a Mao muy alto y de porte inusitadamente atlético, totalmente recuperado de las dolencias y la edad senil que lo habían llevado al óbito.
Ansioso por volver a admirarse de sus logros políticos y personales, llegó a caer en Tientsin, sin haber procedido a despedirse ni de sus camaradas de horno y con paso vivaz y sin pérdida de tiempo, comenzó a recorrer las nuevas urbanizaciones que habían avanzado sobre los antiguos ejidos de la Ciudad portuaria.
Lo primero que advirtió fue que su retrato había desaparecido de las paredes y columnas de propaganda y las innumeras fotografías de Teng Hsiao Ping que habían reemplazado la suya gozaban del proceso alto relieve y technicolor y resplandecían aún bajo la lluvia.
Quedó estupefacto ante los puestos de venta de periódicos. Allí la gente se reunía sin apuro a leer con entusiasmo los titulares y a comentar jocosamente la nueva ley de matrimonio. El mismo, olvidándose que era un fantasma, tomó al azar algunos ejemplares.
Mientras daba una rápida lectura a las noticias internacionales, sintió que alguien lo tomaba del brazo con gesto afectuoso.
Miró a la izquierda y se encontró con un polaco de rostro simpático y ojitos vivaces e inquisidores -Rostik Kaneruk- que en los ratos de ocio zurcía las colas de los demonios con símiles de mono y en horas de labor trabajaba de espía del Maligno y gozaba de gran confianza entre los jerarcas del Comisariato. Más aún: Mao sabía de muy buenas fuentes, que el Secretario General de los infiernos lo tenia apuntado en la lista de los miembros destacados, por lo cual Mao al sentirse prendido del brazo por el polaco, cambió de humor.
-De servicio? -preguntó Mao en impecable estilo diplomático.
-Visita de turismo -respondió el otro.
El ex Premier sintió una especie de garfio hundiéndose en el interior de su codo.
" Turismo", pensó y de inmediato entró a sospechar algo gordo.
-El Vaticano, tal vez? -
Rostik guardó silencio y siguió apretando.
-Acabo de enterarme que hay un polaco en el sitial de Pedro, el Apóstol. Lo felicito - musitó Mao.
Rostik Kaneruk rió con una risita socarrona y llevándose las yemas de los dedos unidas hasta los labios, enviaba besitos al aire con gesto divertido.
Caminaron largo rato por las callejuelas cercanas al sector portuario, doblándose cada vez que pasaban debajo de las cornisas y las vetustas arcadas, a causa de la gran estatura de ambos, al punto que muy pronto semejaron un par de hoces transparentándose bajo la luz vacilante de los farolitos chinos.
Los olores de pescados fritos y salsas picantes los asaltaban a cada paso incitando los viejos apetitos. A punto estuvo el polaco de invitar a Mao a un bodegón semiclandestino frecuentado por marineros extranjeros y muchachas chinas, cuando recordó que la gentileza no era precisamente una cualidad de los demonios y que se le había encomendado participar a Mao las nuevas directivas.
-Mao - comenzó diciendo el espía del Infierno - el Jefe le ha tomado verdadera estima y desea que usted progrese en la Carrera.
-Honradísimo - murmuró el ex premier.
-Ud. sabe que en la Carrera los servicios son todos iguales. Ninguno goza de mayor o menor jerarquía.
"Me está dorando la píldora ", pensó Mao y quiso distraerse admirando una nave surta en el espigón más cercano.
- ¿Qué es esto?!! – comenzó a gritar Mao.
-Un barco -respondió el otro perplejo.
- Cochino barco norteamericano! -gritó Mao levantando el brazo derecho en actitud agresiva -Tenia que tomar el puerto de Tientsin para desagotar la sentina! Cerdos capitalistas! Hasta aquí nos traen sus mierdas !
-Mao tranquilícese.¿ Qué más da? Recuerde que Ud. es ahora un fantasma.
-Fantasma o no me van a oír!
-Cálmese Mao... - insistió con suavidad Kaneruk - Precisamente ahora que estaba por decirle que hemos pensado en algunos cambios...
Pero Mao ya no le oía. Sus dedos hacían girar un objeto cilíndrico que había levantado de un cúmulo de basuras que yacía a un costado de la dársena.
-Coca Cola! Coca Cola envase de latón!! Miserables!
Mao estaba rojo, y así doblegado por la elevada estatura, le hacía recordar a Kaneruk una cacerola abollada en la que su madre cocinaba el borsch.
-Belcebú ha dicho que no hay inconvenientes en que abra usted una feria de novedades en Paris.
Mao lloraba sentado sobre un adoquín relamido por desechos de petróleo.
-Claro está, su labor estará concentrada en la compra y venta. Podrá viajar. Correr mundo y... quién sabe?
Kaneruk comprendió que era inútil seguir hablando. Pasó a sentarse sobre la pila de basura y esperó.
-Envíeme junto a ese pillo de Teng -reclamó al cabo de un rato Mao - Ya. Ya. Estoy dispuesto a limpiarle hasta el mingitorio!
-No lo dudo -respondió el polaco, contrariado.
Exploró por unos minutos el espíritu de Mao y a pesar de que no deseaba hacerlo, inició un breve parlamento:
-Se comprende que para Ud. que fue el Jefe de Estado, el líder, esta realidad lo trastorne. Debe reconocer que la China de Mao ya no existe. Teng y los que sucedan a Teng pasarán y China seguirá siendo China. El mundo está cambiando aceleradamente. Muy pronto sucederá un colapso internacional.
Se sabrá que Fort Knox está vacío y que las reservas de oro se quemaron en las guerras perdidas, en carrera armamentista, en espionaje, sobornos y gobiernos títeres. Nosotros mismos dejaremos de usar nuestras anacrónicas colas archirremendadas con símiles de mono y adoptaremos rabos de dacrón lo cual vendrá a reportarnos un ahorro de varios millones de diablones, teniendo en cuenta que la inmensa población de los Infiernos va a sextuplicarse en la próxima década. Belcebú en persona ha tenido que visitar a los directivos de la Casio para interesarlos en una supercomputadora y banco de datos que pueda mantener nuestros archivos al día. No es fácil. Siempre se nos desliza algún internado.

Mao, en un gesto de complicidad, palmeó al otro campechanamente.
Siguieron caminando por las angostas estradas del puerto. Una anciana pasaba encendiendo los faroles y un par de marineros caminaban rumbo a la garita próxima para tomar la guardia.
Era una noche como todas, abovedándose con displicencia en el cielo de China. Un muchacho solitario, con aspecto de malhechor grababa unas iniciales en el mango de un cuchillo.
De repente apareció un coolie trotando sobre el empedrado de la calle y ambos subieron y se dejaron transportar en la silla.
El coolie tomó por una senda desconocida oculta por unos galpones de la aduana y fue a salir a un bosque de hayas donde el viento prendía dulces quejumbres mientras jugueteaba en las tupidas frondas de los árboles.
También inesperadamente el coolie detuvo la marcha y corrió en la espesura de Ias sombras. Bajaron los habitantes del Infierno y alumbrándose con una luciérnaga que Mao logró atrapar en vuelo, se alejaron en pos de una lejana luz que se mecía tal vez debajo de un alero.
Tuvieron que atravesar un trigal espeso que les hostigaba los cuerpos invisibles hasta llegar al lugar. Entonces se encontraron conque el farol divisado a la distancia, pendía de la mano de un hombre subido a una escalera apoyada en un muro.
-Alto, quién vive? -gritó el desconocido.
-Soy el difunto Rostik Kaneruk, espía de confianza del Maligno y zurcidor de las colas de los demonios y mi compañero aquí presente es el Premier Mao Tse Tung.
-Mao -Tse -Tung? -preguntó el hombre después de un silencio que resbaló casi tonto.
Luego descendió lentamente las barras de la escalera y trató de ver a los recién llegados.
El polaco retrocedió unos pasos y estaba en guardia, empuñando una imponente llave francesa de fabricación sueca. Mao Tse Tung miraba al hombre desde el frío objetivismo de su ciencia política.
¿-Dónde estás Mao Tse Tung que no te veo? Yo soy uno cuyo padre fue alcanzado por una de tus purgas! -dijo el desconocido inyectando de ira cada una de sus palabras. Enseguida pegó un silbido y un perro chow apareció desde atrás del muro.
Rostik recorrió el paredón descargando la fuerza de su puño de trecho en trecho, tratando de averiguar si sonaba en falso.
Desde el fondo del bosque de hayas los pies desnudos del coolie fueron estremeciendo menudamente la tierra.
El desconocido y su perro permanecieron expectantes.
-Eres tú, padre? -
-Soy. Soy. -respondió el coolie.
-A quiénes has traído esta noche, padre?
-Nadie ocupó mis servicios.
El desconocido primero rió, luego dijo:
-Entonces te has cargado dos espíritus parlantes. Uno de los cuales dice ser Mao Tse Tung.
El coolie escupió y lanzó de inmediato una prolija lista de insultos de la que no se excluía a la madre del Premier. En tanto el chow pretendía diluir las oscuridades elevando jactancioso el hocico junto a la posada imposible.
-Ahora mismo, del otro lado, están tus ocho compañeros de purga, juramentándose con el primo Wang Chao, esperando que tú les des órdenes.
El coolie avanzó hacia la luz del farol que sostenía su hijo y entonces pudo verse su rostro y cuello sembrado de horribles cicatrices.
Como el perro no dio evidencia de los forasteros, el hijo apoyó el farol en tierra y caminó de un extremo al otro del muro.
El viejo esperó confundido entre las sombras expectante como un tigre.
Tras la inspección, padre e hijo, seguidos del perro desaparecieron por un agujero, abandonando la escalera y el farol.
- ¿De qué sirve haber sido Mao Tse Tung? -inquirió el ex líder.
-Dé gracias que está muerto, porque de lo contrario aquí mismo lo asesinarían - contestó Rostik y aprovechó a rascarse un punto estratégico de la espalda con la llave francesa.
Una bandada de patos salvajes pasó chillando con rumbo al mar.
Salieron los conspiradores montados en sus bicicletas por detrás del muro y el hijo del coolie con el perro en brazos y todos quedaron escuchando el volar de los emplumados. Uno de ellos hizo un disparo de pistola y los patos graznaron conscientes del peligro.
Los huéspedes del Infierno aprovecharon a subir por la escalera y se refugiaron en lo alto del paredón.
Del esfuerzo, Mao se sintió tan agitado, que estuvo a punto de caer y apenas recobró el aliento, pasó un esparadrapo infernal, a modo de pañuelo, enjugando el vinagre que brotaba de sus sienes.
-Están ahí- gritó uno de los juramentados.
-Están, sí, están sobre el muro! –descubrió otro.
Se oyeron de inmediato disparos de pistola. Los hombres, favorecidos por las sombras huyeron con las bicicletas hacia el bosque y como impulsadas por la misma mano, endebles luces se encendieron en las cercanías.
Desde la rada, se dejó oír una sirena de alarma y algunos barcos, entre ellos el yanqui, se iluminaron de proa a popa . Una gran manguera de incendios fue corriendo por uno de los muelles y a medida que los disparos se multiplicaban, el aire iba llenándose de signos de peligro que se azuzaban y perdían en torno al bosque. Finalmente un jeep de la Prefectura apareció gastando los faros con el encendido, "a giorno".
Los militares llegaron blandiendo con soberbia sus Itaka.
-Declare los hechos, ciudadano! -exigió uno de ellos al hijo del coolie.
-Hemos oído voces de gente extraña. Dos hombres. Uno dijo ser Mao Tse Tung y el otro, un polaco...
- ¿Polaco? Polaco puede ser sindicalista relacionado con red de espionaje. Declare ciudadano, cómo era el hombre, cómo estaba vestido, qué número de zapato calzaba, camisa de qué color? Usaba bigote? Lentes de contacto? Declare!
-No se vio, camarada centinela. Sólo se oyeron voces y el perro bien enseñado, tampoco pudo encontrar. El chow está tranquilo.
Los cuatro militares bajaron del jeep, corrieron en diagonal, caminaron de espaldas contra el muro, enfocaron hacia lo alto con sus potentes linternas de servicio; dos de ellos estuvieron a punto de matarse chocando espalda contra espalda junto a la escalera, pero nadie vio a Rostik Kaneruk en compañía de Mao Tse Tung sentados a horcajadas, en la pared. Tampoco escucharon el breve diálogo que ambos sostenían:
-Es muy dura esta posición -decía el ex Premier achicando sensiblemente la eminencia de su voz.
-Es, excesivamente dura, hasta para un diablo -reconoció el otro.
-Permítame regresar a los Infiernos -rogó Mao y algunos lagrimones se le corrieron de los ojos.
-Imposible. Belcebú lo ha confinado a la feria de novedades en París.

A pesar de la posición, Rostik Kaneruk se sintió alcanzado por un estado de creciente euforia que le hizo sudar azufre, sin embargo, dejó que el evadido masticara la negativa y luego dejó caer su propuesta:
-Únicamente que pactemos una permuta.
- ¿Cuál?
-Yo me haré cargo de la feria y Ud. irá de zurcidor de las diablas caudas .
Mao pensó: "Polaco reaccionario", pero antes de que el espía se arrepintiera de la oferta, respondió:
- Qué sea!.-

Beatriz Basenji

viernes, 22 de octubre de 2010

CUESTIÓN DE DOGMA





Lo mas destacable que tiene la Villa es que sus lugares mas encantadores gozan de la constante compañía de los lugareños, los cuales tienen unos egos tan inmensos que sacan de contínuo sin correa y sin bozal,lo que hace imposible dar una caminata.

Al segundo dia en la Villa resolvimos vestirnos con nuestra ropa deportiva. Ya saliendo por la puerta de la hostería, el dueño nos hizo ver que íbamos sin la correspondiente corbata. Nadie allí se hubiera atrevido a cruzar el portal de su casa sin llevar una de sus mejores , ciñendo el cuello de la camisa.
Fué inútil hacerle ver que no vestíamos camisa.
Y mi Ego, ¿donde estaba ? , quiso saber a continuación.Quedé turbado. Camisa, corbata, Ego.
Salimos.
Como si obedecieran a una consigna, señoras con sus egos se adosaban casi a nuestros tórax y no nos dejaban avanzar.Tal era su proximidad que nos salpicaban con sus salivas. Un par de señores de edad bastante avanzada, con egos y bastones venian como marcándonos los pasos a nuestra espalda. Había aun otro detalle : un par de niños se divertían en lanzarse una pelota de las de tennis a nuestros costados.
Mediante una idea que parecía ingeniosa , mi mujer y yo decidimos unir espalda contra espalda y comenzar a rotar sobre el pavimento. Dedicados como estaban a sus propios egos nadie llegaría a percatarse de nuestra situación rotatoria.
Batiendo palmas los presentes cambiaron egos entre sí, o se permitieron donar cada uno su máscara al otro.
Entonces los vimos.
Eran unos Otros campechanos, rellenitos, con mecanismos de relojería gastados a causa de permanecer hasta las mas altas horas de la madrugada bailando en la cuadrícula de la plaza. Desde algun sitio surgió una música alegre. Más que alegre. Alegrísima.
Ambos niños nos empujaron hasta un árbol y con unas correas que sacaron de los bolsillos nos amarraron fuertemente al tronco del nogal.
Cuestion de dogma, nos explicaron.
Solo así garantizaban la vida de los viajeros que osaban pisar su patrio suelo sin sus egos . -

Beatriz Basenji

sábado, 25 de septiembre de 2010

JOVEN EN LA VENTANA





Hasta esa tarde su relación se enmarcaba en una ventana y un teléfono.
Ella era – ¿cómo descirbirla? - alguien soñado, imaginado, entrevisto a lo lejos moviéndose en un escenario de brumas o lloviznas. Pero esa tarde estarían frente a frente.Por primera vez .
Por el portero eléctrico la voz de ella se percibió ansiosa, anhelante.
-Quien es? - preguntaba.
-Soy Mario.¿ Llego demasiado pronto?
-Nunca es demasiado pronto.Sube!- clamó la vocecita.
Su propia ansiedad le impelía a subir de dos en dos los escalones y al fin, feliz y jadeante estuvo exactamente frente a ella, que le esperaba en el marco de la puerta. Apoyada en su baston blanco.
De un modo torpe, dominado por sus emociones,le entregó el ramo de rosas.
Ella en cambio se veía tan serena, tan gloriosa, contenida en una suave sonrisa, que las flores parecian haber estado siempre junto a sí.
-Son flores, verdad? ¿ Qué flores son ?! Dilo!!- exigió ella con un hilito de voz.
-Rosas. Tan solo rosas!
-He oído hablar de rosas ,de su belleza y sus perfumes...- dijo y de inmediato tomó la primera rosa que alcanzó su mano y pétalo tras pétalo, los llevó a los labios y los degustó con el esmero propio de los sibaritas.
-Las rosas no se comen! - exclamó Mario dolido.
-...Las rosas no se comen ... - suspiró ella, y las siguió comiendo.

Beatriz Basenji.

jueves, 16 de septiembre de 2010

EL ROSTRO DE IBUNOKO


Diez días atrás, observada desde la pequeña estancia allende los tejados, el arribo de la joven consorte de Ibunoko a la Casa, no permitía apreciar detalles que aportaran un solo hilo a la trama de nuestro callado misterio. Aún si hubiésemos nacido esclavos, ninguna esclavitud nos habría sido más penosa que la índole de aquello que se debatía entre los pliegues de nuestro silencio por adquirir un rostro cierto. El rostro de Ibunoko, por nadie visto.
Habían llegado sobre el filo del mediodía, de modo que las repetidas ceremonias de presentación se alargaron hasta la hora en que la intensidad del calor enloquece las avispas. Recién entonces le fue permitido a la señora Ibunoko llegar a sus habitaciones y rendirse al cuidado de sus propias doncellas, que la desvestían y volvían a acicalar con las fastuosas sedas de la ciudad imperial.
Como siempre -como ya nos era conocido a los sirvientes de la casa - Ibunoko se había esfumado. Su presencia no era perceptible por ojo alguno puesto que había logrado -para desesperación de quienes le servíamos - el don de la transparencia. De modo que nunca se estaba seguro de si él estaba o no, de si él podía oír o no; de si él podía regresar o no de la incorporeidad que gozaba y, en el fondo, cada uno de nosotros, esperaba que eso ocurriera alguna vez.
Se murmuraba con frecuencia sobre su inmortalidad y la controversia entre nosotros era si el hecho de ser invisible la más de las veces, lo habría dotado de las virtudes de los inmortales o si tan sólo las aparentaba.
Las tañedoras de laúd poco y nada podían aportar sobre los caracteres personales de Ibunoko. Jamás habían logrado ver su rostro. En sus visitas a la cámara del señor, combinaban diestramente la danza, los juegos de ingenio e imaginación hasta que imprevistamente, una gloriosa sensación de abandono y sed, las envolvía suavemente en la neblina de los sahumadores y una marea de silencios dominaban los ímpetus de la pasión.

Intuí que Ibunoko era sabio. Suprimía de la escena las variaciones que sobre su rostro podían imprimir los juegos donde las flores y los abanicos y los pájaros adiestrados debían fascinar totalmente al contemplador y encenderlo para el amoroso holocausto.
Blindaba sus emociones con alguna de sus bellas máscaras. La perfecta sonrisa magistralmente dispuesta en lacas inalterables. Los impenetrables ojos fijos en la pulida convexidad.
Restaba deliberadamente cuanto pudiera deslucir la consagración de la fábula allí mismo narrada o exigida.
Algo capaz de motivar el infinito rollo de interrogaciones que una puede iluminar en la soledad de su propia estera.
Negaba también el más ínfimo dolor a los sentidos sacramentales de la vida, cuya contagiosa sustancia pudiera remorder la contentez exigida al otro ser.
Solo una de las tañedoras se atrevió a confiar a su sirvienta que había desaparecido en el interior de un pequeño cofre pero ella continuó sus insinuantes relatos, dándole sitio a las voces graves o aflautadísimas de invisibles personajes. Danzó igual que ante Ibunoko y tuvo la certeza de que su actuación era observada por alguien verdaderamente invisible. Luego la joven se inclinó a la contemplación y piadosamente el hidalgo la hizo recluir en la Casa de los Encuentros Celestiales.
En cierta ocasión, un hombre que parecía un campesino, se presentó ante el señor pretextando haber soñado un raro sueño.
Antes que el campesino pudiera iniciar el relato, Ibunoko verdaderamente sorprendido por el visitante -con apenas un majestuoso giro de sus vestiduras- exhibió ante el presunto soñador una de sus máscaras cómicas. Sin arredrarse ante tal circunstancia, el hombre comenzó diciendo: " Me he visto a mismo en compañía de tres maravillosos genios de la danza los cuales solo poseían la mitad de sus miembros superiores e inferiores. Es decir que tenían un brazo y una pierna cada uno. No obstante era tan gloriosa su alegría, que yo mismo lejos de compadecerme de sus condiciones físicas, me sentí inundado por la radiante dicha que ellos comunicaban. Los tres residían en una aldea tibetana y en la habitación por ellos ocupada, una pequeña pieza de barro cocido con espléndidas flores de durazno, atraía las miradas prodigiosamente ".
-Un jarrón con su nube de rosadas flores, como éste que ves aquí? -le preguntó Ibúnoko.
Y antes que el hombre pudiera decir "si ", Ibunoko se transformó en el jarrón soñado por el campesino.
Quizá conmovido hasta las lágrimas, pero resuelto a develar su propio enigma, el hombre todavía rogó en voz alta: " Oh, señor, declárame dónde es pues la morada en que residen los tres genios, si en el Tibet celestial o en el Tibet más allá de la China?"
Una carcajada que tanto procedía de los viejos faroles colgantes del rico artesonado como de las falsas paredes de papel, fue la respuesta.

Aún si la noche tuviera una duración de seis mil años- como calculaba mi antecesor- los hechos que tuvieron por protagonista a nuestro invisible amo, no se agotarían. Él posee la exclusiva facultad de cabalgar a favor de nuestra obsesión por descubrir su rostro, sin que acaso exista en su voluntad idéntica pasión por ocultarlo.
O es que las máscaras de Ibúnoko son la verdad, la Única verdad que Ibúnoko puede revelar a sus servidores?
Hoy sucedió que, mientras yo pulía los grises mármoles de un estanque vacío, la joven Kano, la recolectora de flores, simulando extraer hierbas silvestres de un cantero cercano, relató en voz muy baja:
"Cuando disponía las flores en los cacharros de la terraza -no? - la señora Ibunoko llamó por mí:
-Kano -dijo -dame uno de tus crisantemos para mi cabello.
No había crisantemos en mi cesta. No. Pero miré con toda atención el gran ramo que portaba. Entonces con mucho temor, respondí:
-Soy tan torpe que no logro advertir la flor que mi señora ha pedido. No hay crisantemos en esta época. Estoy segura. Pero quizá ésta orquídea azul como su obi, lucirá como perla.
La señora Ibunoko extendió su mano tristemente en el vacío mientras una sonrisa también vacía acentuaba la exquisitez de su cara. Se hizo un doble silencio, porque yo estaba muy confundida y la señora parecía haber olvidado de improviso todas las flores de este mundo.
Fue entonces cuando expresó:
-Oh, dulce Kano! No! No eres torpe... Es que yo soy ciega"


Beatriz Basenji

domingo, 5 de septiembre de 2010

LOS JUEGOS DEL DESTINO


El primer signo de confusión que sobresaltó a Giordan fue encontrarse con don J M. La carretera estaba totalmente desierta y el hombre, desde el otro lado le saludaba.Devolvía el saludo y el hombre continuaba saludando.Giordan pensó en una máquina de saludar que veía todas las mañanas en el portal de una estación de servicios.
Cruzó.Aceptaba que lo conocía y con urgencia buscaba en la memoria esa última vez que se vieron y que nunca existe.
Don J M vivía en la casita rodeada de flores de la calle en diagonal. Víctima de una hemiplejia, caminaba muy despacio ayudándose con un bastón. Cuando estuvo frente a él, algo súbito le hizo dudar que se tratara de la misma persona; más aún le vulneró que el hombre permaneciera con los ojos cerrados.
-Cuánto tiempo! – expresó de compromiso.
-Mucho? – interrogó el otro y su mirada recayó en el chándal gris iridiscente.
Repentinamente iluminado por el centelleo de un recuerdo, Giordan preguntó con entusiasmo: Y su hija?
-Está bien. Es necesario que tú le expliques la situación.
-Qué situación ?– indagó ligeramente alarmado.
-Los juegos del Destino.
A pesar que se movían codo con codo, Giordan tenía la sensación de caminar en otra dimensión, mas arriba o mas abajo de la vereda. Y en medio de aquellas alteraciones se oyó responder:
- Bien. Seré su mensajero, solo por esta vez, eh?
- No tengo opciones - se lamentó el hombre.
Caminaron. Lo fascinaba la pericia de ambos para no pisar el suelo. Flotaban sobre el asfalto, sobre los parques, inclusive sobre la fuente de la Plaza. Giordan estuvo a punto de exclamar: "Acaso Marc Chagall nos introduce en alguna de sus obras? ", pero se lo guardó.
Don JM reparó en que era la hora que los tordos se reunían en la Plaza, y lo llevó hasta una cornisa para mirar la recogida de las aves.
-En verdad, estoy en deuda con mi hija.
A Giordan le rebasaba la gloria mirando desde aquellas alturas el continuo ir y venir de las aves, la algarabía de sus coloquios entre la fronda de los árboles, los techos multicolores de la Catedral y el fondo de silencio del interior gótico, al punto que su presencia y la de su vecino se diluyeron entre los grises del frontispicio. De nuevo lo miró y recordó un halo de sabiduría que sutilmente portaba aquel hombre.
Don JM hablaba como para sí, tenuemente. Decía :
-Sucedió algo. Cuando se aproximaba mi turno... transferí algunos de mis sueños a mi hija. No sucedió de modo inmediato.Con lentitud, mis sueños fueron rodeándola poco a poco, sin que ella se percatara. Y con esa perfección que se opera mediante la maquinaria del Destino, ella empezó a protagonizar aquello que yo no pude realizar.Ahora me gratifica verla feliz desempeñando mis antigüos roles. Pero – y esto es lo que me trae hasta aquí – ella ha postergado el mundo que le pertenece.
Giordan estaba estupefacto. Ignoraba que pudieran transferirse sueños o destinos.
-Por qué lo hizo? - le preguntó tras un largo silencio.
-No fué por egoísmo. Es posible que se trate de una alianza. Como el caso de la Santísima Trinidad.
-Que, ¿qué?! - exclamó Giordan.
-Es que no lo sabe? El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
-Acaso es Ud. Teólogo?
-Solo puedo decirle hasta ahí. Que los destinos se permuten no es una regla. Pero sucede.En el espacio real caben los destinos. Los protagonistas somos el aspecto visible de la trama .
-Entonces,¿ qué?
-Entonces vaya y cuentele a mi hija esta conversación.
- Soy - hombre - tan – pobre - en - palabras !
-Con las palabras justas es suficiente. Todavía es Giordan y dentro de unos segundos despertará.-


Beatriz Basenji