Fotografía de Daniel Serva |
Relajado, dejo que el sonido del mar me acune, no me escondo, pero parapetado tras un libro y mis gafas de sol, observo.
Considero que no soy un voyeur, pero me gusta contemplar la variada fauna que puebla la playa, En el espacio informe que queda entre mi toalla y una pareja de mediana edad que se tiende al sol, igual que yo, toman posesión del arenal tres jóvenes.
Conforman la viva imagen de Afrodita, Atenea y Hera, son tres cuerpos brillantes, bien torneados; cuerpos que irradian energía y salud.
El murmullo de su conversación, y su proximidad, consigue que fije de manera discreta pero permanente mi atención en ellas. No parece que hayan venido a bañarse y aún así, una a una, las tres diosas han recorrido el camino hasta la orilla.
Mientras se refrescan, trato de concretar lo que distingue a una de otra en la uniformidad de su belleza, cabellos lisos o ligeramente rizados. Leves diferencias de altura que no hacen más que aumentar la armonía, las distintas tonalidades del dorado de la piel de cada una, imposibles de adjetivar; miel, avellana, bronce, faltan palabras, ninguna hace justicia.
Creo que saben que las miro y parece no importarles. Embelesado escucho, y solo escucho, sus voces me subyugan. La luz del sol me obliga a cerrar los ojos y el mundo queda dibujado con el eco de un tiempo mítico, en el que la belleza lo ocupaba todo.
Al poco encuentro que ninfas desnudas recorren la playa, se acercan curiosas, intercambian sonrisas cómplices. Ya nadie se tiende en la arena, ni juega con las olas. Ovejas impertinentes comienzan a llover del cielo y me llaman con voces lejanas, el libro que hace un momento me servía de resguardo resbala de mis manos y me saca de una existencia que embota mi cabeza.
Ahora, es un socorrista el que me habla y devuelve mi conciencia ardiente a una realidad no deseada. Puesto a la sombra, con la cabeza envuelta en una toalla fresca y húmeda, cierro los ojos con la esperanza de calmar el dolor de cabeza y regresar a ese mundo de cuerpos felices y pieles tersas, al contrario que la mía, que arde.
Hola Ángel. Interesante tu relato, haces la transición de lo que pareciera un día normal en la playa a las consecuencias de una insolación sin que se vea forzado. Me han gustado las alucinaciones. Espero que al pobre hombre le hayan podido socorrer sin perder demasiadas neuronas en el proceso. Un gusto leerte, como siempre. Saludos.
ResponderEliminarGracias, Ana, siempre tan amable, en cuanto a esté, tendrá una neurona y en mal estado como casi todos.
EliminarUn abrazo.
¡Hola Ángel! Qué bueno, que bien contado, y como nos has llevado de una imagen a otra. ¡Escribes súper bien! Besos :D
ResponderEliminarMargarita, me encanta lo que me dices y por un momento incluso me lo creo y todo.
EliminarSi al menos he conseguido entretenerte, no voy mal.
Un abrazo y feliz tarde.
Margarita es un Angel pintado y alos angeles no se les hace caso jajajaja
EliminarSugerente relato. Menos mal que no llevabas una manzana. Se podría haber liado otra buena.
ResponderEliminarUn saludo.
Si, menos mal que no tuvo que elegir, si no, se achicharra del todo.
EliminarUn saludo.
O sea que no eres un voyeur? (El protagonista) Un voyeur mira lo que le encandila, no tiene que ser sexual. Y pocas cosas encandilan tanto como la juventud, la alegría y la despreocupación. Si no hay daños, la insolación valió la pena. Un dolor de cabeza, a cambio de la contemplación y la escucha de unas jóvenes, y la alucinada sin estupefacientes...
ResponderEliminarQue más quieres?
Ssludosss
A quién no le gusta mirar, todos tenemos algo de la vieja del visillo. Al protagonista le quedara siempre el recuerdo de la insolación y su expulsión del paraíso.
EliminarUn saludo.
Menuda insolación has cogido, Ángel. Muy bueno tu relato para los Viernes. A mí esta propuesta no me ha llamado la atención y no he hecho nada. La tuya está de fábula, con diosas y todo. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarFeliz día de fiesta.
Besicos muchos.
Nani, me alegra que te haya gustado, si observas, en la belleza, a veces crees que los dioses viven entre nosotros.
EliminarUn beso y feliz día.
Este perdió el contacto con la realidad y para mi que se durmió feliz, pero en mal sitio.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un relato fantástico. Todos somos un poco mirones, a veces. Ha sido un placer leerlo.Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn abrazo, Áhgel
Rita, tienes toda la razón, nos pica la curiosidad y por otro lado estamos sumergidos en el mundo y hay que estar pendientes de todo.
EliminarMe alegra que te haya gustado.
Un beso.
Efectos de una insolación. Alucinaciones que te advierten de que nunca juegues con las diosas ni permitas ser malinterpretado por las ninfas. Practica el voyeurismo cuidadosamente, presto a a alguna señal, eso sí, y a la vez dotado de una contra señal por si las moscas. Me gusta ese deambular de tu texto a caballo entre lo onírico, lo deseado, lo fantaseado...
ResponderEliminarEl tratar con los dioses es un asunto delicado, suele tener consecuencias inciertas para los mortales.
EliminarMe alegro si al menos, te ha resultado un poco entretenido.
Un saludo.
Tremenda transición, apareciendo el socorrista de pronto. Tremendo golpe de insolación, sin duda.
ResponderEliminarAlexander, me parece a mí que este se relajo demasiado y si no le despiertan se nos achicharra.
EliminarUn saludo y gracias por comentar.
No me des ideas que tengo la playa cerca.
ResponderEliminarSi me aseguran una insolación así creo que no me lo pienso.
Mejor eso que la realidad gris.
Saludos.
Toro, la insolación la tienes asegurada, ahora, las diosas y las ninfas no, son muy suyas.
EliminarLos destellos que iluminan la vida, hay que buscarlos cada vez en detalles más pequeños.
Un abrazo.
Es un momento de juventud y baños, de la frescura de ver a esa chicas así, al natural, cuando el sol parece acariciar y no lesionar.
ResponderEliminarBonito post. Un abrazo
Albada, en ciertos instantes, un juego, una conversación, una risa... una imagen, nos regala un momento de belleza, que nos devuelve a otro lugar, a otro tiempo; en el que nosotros éramos parte de la escena.
ResponderEliminarMe alegro si te ha gustado. Un beso.
te leo sin dejar mayores comentario s no sabria que decirte saludos muchacho yun abrazo grande
ResponderEliminarNo hace falta más.
EliminarUn saludo.
¡Hola, Ángel! ¿Para qué sirven los ojos sino para contemplar la belleza? ¿Para qué sirve la belleza sino es contemplada? Desde luego que nada hay más hermoso que perder el sentido ante lo Bello, aunque mejor ponerse una gorra, je, je, je... Estupendo relato. Un abrazo!
ResponderEliminarGracias, David, y si mejor con una gorra. Jajaja
EliminarUn abrazo.
felicitaciones por su maravillosa entrada
ResponderEliminarMuchas gracias.
EliminarUn saludo.
Hola, Angel. Que final mas sorprendente..no me lo esperaba. Me ha gustado mucho la paranoia del tipo , ojalá todas las insolaciones nos provocasen esas visiones tan fantásticas. En cuanto al estilo del texto, buenísimo de principio a fin así como la ambientación, se sentía la playa. Un abrazo.
ResponderEliminarPedro, eres muy amable.
EliminarUn abrazo.
Jajajajajajajaja como bien dice David los ojos sirven para contemplar la belleza pero la próxima vez ponte bajo la sombrilla.
ResponderEliminarBesines utópicos.-
Irma, seguro que ya no se le olvida.
EliminarUn beso.
Mejor que lo mío, me sucedió cuando fui a Xel-Há, no me di cuenta las tantas horas que estuve al sol y la forma tan extraña en que sentí hundirme en un río de fuego y los peces nadando a mi alrededor y observándome de forma curiosa y yo ahí, descendiendo y a la vez contando sus escamas.
ResponderEliminarTienes una bonita forma de relatar en breve algo tan cotidiano.
Un placer, Ángel
Abrazo
Lo tuyo si que ha sido todo un viaje, espero que te recuperases pronto, las quemaduras solares son algo más que molestas.
EliminarGracias por tus palabras.
Ángel, tu blog no me permite retroceder para comentar entradas, es una pena
ResponderEliminarOtro abrazo
No sé que puede pasar, en cualquier caso he modificado los comentarios, haber si ahora puedes.
EliminarUn abrazo y los que hagan falta. Buen finde.
Una buena insolación por estar demasiado "distraído"
ResponderEliminarUn abrazo.
Así es Alfred, uno no puede distraerse tanto, el sol es traicionero.
EliminarBuen finde.
A veces la fantasía se mezcla con la realidad.
ResponderEliminarBesos.
Si, pero uno no debe dejarse arrastrar.
EliminarUn beso.
Buen relato,bien narrado y con final sorpresa.
ResponderEliminarMe alegro si te ha gustado.
EliminarUn saludo y gracias por comentar.
Bueno al menos también te llevaste un buen recuerdo de las ninfas. Cuidadito con el sol amigo es muy traicionero.
ResponderEliminarSin tu pernmiso me quedo por aquí.
Buen Fin de semana.
Un abrazo.
Laura, bienvenida, estás en tu casa.
EliminarHoy, un poquito de sol no estaría mal, que manera de llover por la mañana.
Un abrazo y buen finde.
No cabe negar que sabes relatar!
ResponderEliminarUn placer acceder a espacios como éste. ¡Una suerte!
Abrazo.