Pink Floyd en la memoria
No me coge de nuevas y es que esta mujer mía tiene unos prontos, que dan miedo. Por eso he salido volando del corral. Si caigo en sus manos no sé qué habría sido de mí.
A Romero, el cabo del puesto, le sigo oyendo reírse y yo es que no veo la gracia.
Al menos, está él de servicio y no le importa que duerma en el calabozo hasta que todo se tranquilice.
Mira que Mati me lo advirtió veces, ten cuidado con el hacha y yo me reía, mientras recordaba el nombre de aquella canción y mis años de hippy.
Ten cuidado con ese hacha, Eugenio, arregla el mango, que se va a soltar y verás que tenemos una desgracia.
Siempre la misma murga y yo ni caso, para qué, total, son cuatro palos los que parto por sí enciendo.
Cuando venga la chiquilla no sabré qué contarle; siempre anda pendiente de que no le falte nada. Salen aunque esté helando. Dice que la relaja pasear con él, que arrimarse a la lumbre para quitarse el relente, con el animal a sus pies, es un lujo de pueblo que en su piso no puede permitirse.
La desgracia no por anunciada, me ha sorprendido menos, no se poner palabras a la angustia que he sentido viendo volar la hoja del hacha.
Pobre Pancho ni se a enterado, ya podía haberle dado a una gallina. Cuando Mati a visto como ha quedado el perro, o corro al cuartelillo, o el siguiente muerto soy yo.
Ahora es la pena la que me mata y no sé cómo arreglarlo. Imagen de Gustavo Sousa en Unsplash
Ay Ángel, la que se ha liado con ese hacha traviesa. Pobre perro y pobre del portador del hacha, que va a dormir en el sofá una temporada.
ResponderEliminarMe ha encantado el relato. Besos :D
Margarita seguro que tiene más cuidado a partir de ahora.
ResponderEliminarGracias por comentar.
¡Oh, pobre animal! No me extraña que la mujer s ele quiera cargar, creo que yo haría lo mismo, je, je. Me ha encantado leerte. Me ha tenido atenta de principio a fin.
ResponderEliminarUn abrazo
Me alegra que te haya gustado.
EliminarRita gracias por pasarte y comentar.
Un saludo
Ohhh pobrecito el perro. Si es que hay que tener cuidado con las hachas, si es que no estamos en lo que hacemos...
ResponderEliminarMe ha entretenido :))
SAludos.
Hay que tener pero mucho cuidado, dímelo a mi...
EliminarEn fin Manuela me alegro que por lo menos sirva para pasar el rato. Tampoco pretendo mucho más.
Un saludo.
Pobre perro, es que las hachas las carga el diablo :-)
ResponderEliminarMuy bueno, si bien entre sargento y otros personajes, casi que pierdo un poquito. :-). Un abrazo, y feliz tarde
Gracias por pasarte y por el comentario. Poco a poco iré afinando.
EliminarUn saludo.
Muy muy bueno ANGEL !!
ResponderEliminarMuchas gracias, Beatriz.
EliminarUn saludo.
Esa hacha tenía vida propia...
ResponderEliminarEsa historia la escribí hará como tres meses, tras escuchar en Discopolis u otro programa similar de Radio 3 una emisión dedicada a Pink Floyd.
ResponderEliminarY la recupere el otro día tras llegar del ambulatorio de darme un punto, por cortarme con un hacha.
Por lo qué mucho cuidadito, que las hachas las carga el diablo.
Un Saludo.
Hola Angel, vaya que esa hacha voladora hizo algo que seguro le dolerà a todos. Al perro (obvio), la que amaba al perro, al que no arreglò el hacha...etc. ¡Buen micro!
ResponderEliminarMuchas veces no nos damos cuenta de la trascendencia que pueden tener nuestros actos o nuestra dejadez.
ResponderEliminarTigrilla, gracias por pasarte y comentar. Un saludo.