domingo, 22 de agosto de 2021

Tórrido

Fotografía de Mi Phan en Unsplash

 He perdido la cuenta de las vueltas que le he dado a la casa, ella continúa empecinada en bajar las persianas, y por un lado la entiendo, pero esta oscuridad me asfixia y por supuesto no pienso encender la lámpara. El ambiente está tenso y no tengo ganas de discutir. Es este calor el que hace que nos volvamos locos. Prefiero arder en la calle.

La luz me ciega, desde que he salido noto la camiseta pegada al cuerpo y las manos pegajosas. Somos pocos los que nos atrevemos a andar por la calle. Me enciendo un cigarro y trato de calmarme. Justo en la placita los chavales juegan con los aspersores, me extraña verlos funcionar a esta hora.

Como un chiquillo más me acerco al agua y a su frescor. No me importa mojarme. 

Empapado, con la lluvia del riego, el día cambia de color, por un momento he visto al niño que fui. El poco aire que corre me pone la piel de gallina.

El cigarro, húmedo, ha terminado por apagarse. Es una lástima pero será mejor que me arme de paciencia y vuelva.

martes, 10 de agosto de 2021

Despedida

Fotografía de Aidan Roof en pexels

 Entro casi en penumbra, la bombilla parpadea sin brillo, tendría que cambiarla. Oigo como trasteas en la cocina y me acerco, no dices nada. Ni me miras. 

Al final, un ―la cena casi está― es todo el saludo que recibo.

He puesto la mesa, sin conseguir verte los ojos.

Las noticias en la televisión son nuestra banda sonora. El locutor es el invitado de piedra, habla y habla sin que ninguno de los dos le hagamos caso. 

En un descuido he tirado un tenedor y como un resorte te has agachado veloz a recogerlo; no he tenido tiempo de reaccionar. El pan de la mañana llena la mesa de migas, se ha quedado duro.

No sé qué decirte. La conversación se reduce a frases hechas, neutras, palabras que no cortan, ni hieren; los monosílabos se han adueñado del espacio. 

Por fin me miras a los ojos. ―Me voy ―dices reuniendo todo tu valor. Tropiezo con las maletas en la puerta de la habitación.

La voz te tiembla y aún así tus palabras son firmes. No dudas.

Ha habido un momento en el que he creído verte brillar de nuevo, un leve gesto al comprender que no habría discusión. Tus ojos por un instante recuperaron la luz de antaño, debió ser alivio. Odias las escenas, igual que yo.

La bombilla se ha fundido, te veo a oscuras cerrar la puerta.