miércoles, 6 de enero de 2021

Con nadie

Fotografía de Sebastien Le Derout en Unsplash

 La puerta se ha cerrado, me quedo un instante mirando hacia ella. Mi hija tenía prisa, salió como una exhalación. Entró por saludar, un minuto, lo justo para adelantarle lo del alquiler.  No se acordó de traerme el pan.

Con la sorpresa de la visita he olvidado tomarme las pastillas. Un ligero dolor de cabeza se va instalando, es un latir sordo que nace en mis sienes hasta obligarme a cerrar los ojos.

Sentado en el sofá dejo pasar las horas, las imágenes del televisor se suceden sin atrapar mi atención. El sonido, exagerado, de los anuncios no consigue romper un silencio de raíces profundas. 

A veces me río sin motivo y yo mismo me sorprendo al escuchar una voz viva entre estas paredes tanto tiempo calladas. 

Hoy ha sonado el teléfono y por un momento… no sé qué esperaba. Se habían confundido. 

El día de reyes se acerca, el brillo de los escaparates ha hecho que por unos instantes olvide el dolor de rodillas. Lo normal es que con cada paso la artrosis me recuerde lo mucho que trabajé.

En la tienda me sentí desconcertado, quería un cochecito para el chaval de mi hija. No había a quién dirigirse, tras una larga espera, una de las responsables tuvo a bien atenderme. 

He llegado a casa agotado, ahora me doy cuenta de que no lo han envuelto y tendrá que ir en la bolsa o que lo envuelva su madre.

―¿Para qué? me dice ―el niño es mayor para esas cosas.

No quiso acompañarla, el roscón se quedó sin tocar sobre la mesa. Tenía que hacer. Me ha dicho su madre.

Dos besos apresurados, que se le hace tarde. Desde el televisor llega un escándalo de risas falsas.

La puerta se ha cerrado, la contemplo un momento y luego, sentado, descuelgo el teléfono y compruebo que aún funciona.

En el ventanal, los geranios helados conservan la escarcha. Este invierno será largo.


27 comentarios:

  1. La vorágine de la vida actual se ha llevado aquellas bonitas tradiciones y ahora parece que veinticuatro horas no alcanzan para nada y que todo, absolutamente todo es desechable. Mientras algunos de nosotros atesoremos esas añejas costumbres, habrá un halo de esperanza.

    Un abrazo Ángel.

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    1. Las costumbres siempre se han ido transformando con los tiempos, pero tan rápido como ahora nunca. ojalá sea para bien.
      Miguel, gracias por comentar. Un saludo.

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  2. Hola Ángel... qué maravilloso relato, y qué tristeza más profunda de una realidad que por desgracia abunda. En casa este año ha sido extraño. No he podido comerte el roscón de reyes con mis hijos, tampoco con mis padres, con cada uno de ellos por un motivo diferente. Mi padre disfrutaba mucho de este día, pero ya no está. Y el Covid se ha encargado de lo demás. Pero aun así, con mi hijo, si viví una noche mágica a nuestra forma, y con ello, me conformo este año.
    El próximo... ya lo veremos cuando llegue.
    Besos amigo mío :D

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    1. Margarita, cada vez más nos tenemos que acostumbrar a disfrutar con las cosas más pequeñas y sencillas. Lo qué hace falta es que estéis todos bien.
      Una abrazo.

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  3. Es un relato muy bonito pero también muy triste.La vida nos arrastra y no nos deja saborear las pequeñas cosas. cada vez vamos estando más solos.
    Un abrazo, Ángek

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    1. Rita, haber si cambia el viento y me salen textos más alegres. En cuanto a la soledad de aquí a nada creo que será un gran problema para la sociedad.
      Un saludo.

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  4. Así vamos.
    Así están las cosas.
    Y eso es lo que nos espera.
    Qué pena de humanos...

    Saludos.

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    1. Toro, con lo listos que nos creemos, me da a mi que los humanos somos el mono más torpe de la creación. Un saludo.

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  5. Dice mi madre que los tiempos actuales son de correr sin parar, que siempre voy con prisas, pero no tanto como para no disfrutar de las pequeñas cosas, del día a día y lo más importante, de mi familia y de mí.
    Por aquí nos vemos.

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    1. Verónica, gracias por la visita, estas en tu casa.
      Parece increíble que con la cantidad de aparatos y chismes que tenemos para hacernos la vida más cómoda, cada vez nos falte más tiempo.
      Un saludo

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  6. Ese ni respirar cobra su precio algún día. Vamos como locos, corriendo como si no hubiera un mañana, dejando de vivir el hoy.

    Muy bien narrado

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  7. Creo que no nos damos cuenta de que tanto correr lo que hace es aislarnos cada vez más.
    Un saludo.

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  8. ¡Vaya Angel qué relato has hecho! me parece que capturas la esencia de lo que es el abandono y desinterés por los viejos hoy en día. Pones el dedo en la llaga. En México tenemos una tradición desde tiempos antiguos de velar por ellos pero también se está perdiendo con este individualismo exacerbado que vivimos. Muy bien relatado como siempre. ¡Saludos!

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    1. Tigrilla, me alegro que te haya gustado. Es difícil conjugar la vida actual con el cuidado de los mayores. Poco a poco aumenta la soledad.
      Un saludo.

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  9. me gusta leerte desde el silencio que tengo a mi lado

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    1. Me alegro que te haya gustado.
      Gracias por comentar. Un abrazo.

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  11. Por un comentario tuyo en un blog amigo estoy aquí...
    Me temo que si será largo, pesado y agotador.
    Un saludo

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    1. Pues gracias por pasarte y comentar, Verónica. En cuanto al invierno, la verdad que está entretenido, he parado un rato de quitar nieve de la puerta, para tomar un café y ver que había por la red.
      Un saludo.

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  12. Como larga es la soledad, Ángel, si no se acota. Tu relato me ha transmitido la frialdad del abandono. No sabría decir si también la injusticia. Tal vez el abandono empieza en uno mismo. Y los gestos que se tiene con otros no funcionan. Si la soledad es angustiosa es un mal añadido.

    Saludo y a seguir poniendo coto al frío siberiano.

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  13. Como bien dices el abandono puede comenzar en uno mismo, pero seguramente sea difícil percibir que te estas aislando y cuando quieras cambiar la situación a lo mejor no sabes o no te quedan fuerzas. Un tema muy complejo el de la soledad.
    Gracias por pasarte y comentar. Un saludo, helado.

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  14. Tremendamente crudo y real. Lo que verdaderamente importa se está quedando solapado por una forma de vida que deja mucho que desear… Lo humano se mitiga; lo cercano, lo de verdad…

    Muy buen relato, Ángel. No deja indiferente…

    Abrazos, y feliz día.

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    1. Ginebra, pienso como tú y lo que nos hace más humanos se pierde en favor de un individualismo que no siempre sabemos gestionar.
      Gracias, por tus palabras.

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  15. Qué buen texto !!!!!!!! dices tanto entre líneas un escrito maravilloso
    me he visto en el
    me pasa a veces lo mismo que a vos
    beso

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  16. La realidad de tantos seres mecidos por la soledad. Excelente relato. Me ha dejado pensando el regalo sin envoltura. Tanto como gustaba a nuestra generación recibir regalos con sus preciosos papeles y sus moños!!

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    1. Beatriz, gracias por tus palabras.
      Los regalos, por poca cosa que sea, envueltos son algo mágico.
      Un saludo.

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