![]() |
Fotografía de Pixabay en Pexels |
Me ronda y sobre mi mantiene clavada la mirada. ¿Cuánto llevo aquí tendido? Con la luz encendida, no sé si es de día o de noche. El último destello es el de mi torpeza. Tengo conciencia de haber comido, así que era por la tarde cuando resbale. Inmóvil entre el retrete y la bañera, apenas me sale ya un hilo de voz, nadie me escucha.
Nerón, si. Sin querer se ha quedado aquí, encerrado conmigo.
No ha tenido consideración alguna al marcarme con su orina, he pasado a ser su trofeo. No me molesta, al revés me ha traído a la memoria tu sonrisa fresca, salvaje; y el dolor de verte salir de mi vida. Infidelidades iguales a las suyas, que a nadie pertenece. Sus pupilas tienen la arrogancia del que nada pide. La misma que tenías al decirme que te ibas.
De nada ha servido ser la mano amiga, la mano que acariciaba tu pelo, la que recibía el regalo de tu alegría de vivir. En alguna ocasión le di de comer, y quizá eso signifique algo. También, tú, me besaste y te alejaste sin darle importancia.
Estoy perdiendo la cabeza, confundo todo. Nerón, a mí lado saborea el instante, me sabe derrotado. Se pasea contoneándose, con el rabo alzado. No tiene reparo en jugar con su presa.
Quisiera cerrar los ojos, deslizarme a ninguna parte y cuando le venza el hambre… no estar.