El número ambulaba
monocorde
Preciso. Niño áureo
Hilvanando
La divina madeja
al jazmín africano.
El beso del
Océano daba paz
a los mundos:
Uno al Este dormido.
Otro en miel y hoja muerta.
Paredón
al otoño.
Contra el viento
Windhoek se dormía.
Contra el viento el Torreón cruzaba lanzas.
Fue entonces el número
perfecto.
El beso que subía
Descendiendo
Las escalas de
ángeles, se posa
(satélite por medio
y ras del
cielo )
no en tu raid de tigres
no en mi rosa.
Sobre el aire de Amor que
impregna el Tiempo.
BEATRIZ BASENJI
Foto: Windhoek, la cosmopolita capital de Namibia / Lonely Planet.
Beatriz, cuanto me alegra que compartas tus letras, de nuevo, desde este blog.
ResponderEliminarCríptico poema, que me remite a tierras desconocidas.
Un saludo.
Me encantó, en su brevedad y concreción.
ResponderEliminarUn abrazo
Me encantó en todo su esplendor!
ResponderEliminarCariños y buen finde tengas