Ya casi no podía recordar el brillo de los ojos de su hija aquel día de mayo, cuando balbuceante e insegura, pronunció su primera palabra: “mamá”.
Ese sonido instintivo la sedujo desde el primer fonema. Y así se mantuvo toda la vida hasta sesenta años después.
Era enero, pero no alcanzaba ver nevar desde su cama de hospital. Llevaba tantos días postergando el abismo, que sólo le reconfortaba la visita de su hija casi perenne, permanente.
Los días sucedieron a las noches como atletas de relevo cansados, agotados, enfermos. Y el seis de enero, le regaló una sonrisa...
Dos días después, casi no podía hablar, pero tuvo fuerzas para buscarla con la mirada por la habitación hasta hacerla llegar a su cama. Cuando la tuvo tan cerca como para ver sus ojos, pronunció por última vez... “adiós...hija”.
fuente de imagen http://padre-familia.com/tag/madre-e-hija
Hermoso. Conmovedor.Tierno. Contundente.Felicitacioes Jorge por ese maravilloso microrelato, incluida la ilustración. Perfecta composicion de imagen y texto.
ResponderEliminarKapizán.
gracias amigo¡
ResponderEliminar