jueves, 4 de junio de 2020

BUENA EDUCACIÓN

Los domingos son aburridos sobremanera y mejor así. Sentado en la sala de cámaras, contempló los monitores y aparte de cansar la vista poco más puedo hacer.
Siempre que me quito, los calcetines, me parece oír a mi madre diciéndome aquello de:
  «Qué desastre de hijo, con la educación que te he dado».


La verdad es que siempre se esperó de mi otra cosa, pero que se le va a hacer, no di para más.

 Los pequeños placeres, que me concedo y que disfruto como si fueran grandes lujos, hacen que me conforme y consiguen que mi vida, por otra parte monótona, se haga llevadera, nada especial, ni extraordinario.

 Uno de esos mínimos desahogos, como si fuera una travesura, que me permito, es librar a mis pies siempre doloridos de su prisión.


 En estos domingos de tedio frente a las pantallas. Me contemplan desde lo alto de la mesa, libres, felices, pies griegos que dicen, siempre bien dispuestos, por si hay algún sobresalto que obligue a su nuevo encierro y a recobrar una postura decorosa.
Este es un domingo más y mientras siento el dolor en el brazo, no me inquietó en exceso, un leve malestar que al poco ha ganado en intensidad.
Luego todo se ha precipitado…  y ahora siento lástima del que me encuentre. Y de mí, muerto y descalzo. Con la educación que me habían dado. Fotografía de How-Soon Ngu en Unsplash

7 comentarios:

  1. Qué bueno!!!
    Tan posible y real que duele más aún.

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  2. Un señor cuento ! Si señor ! Cuánto se puede decir de nuestras extremidades. Hay quienes están en el lado opuesto : lo primero que hacen al ponerse de pie cada mañana es ponerse las medias, porque si los diez hermanitos llegan a tomar frío, lleva el día arruinado.

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  3. Gracias por el comentario Beatriz, y es que a los pies hay que darles mucho cariño, si no se resiente todo.
    Un Saludo.

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  4. No hay que descuidar nunca tamañas extremidades, visto aquello de que nos pueden sacar con los pies por delante. Me gustó.

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  5. Hola Angel, buen relato con los pies como coprotagonistas. Me encanta que el pobre hombre (pobre porque muere) pero, muere liberado (por así decirlo). Así es como nos debe de agarrar la muerte, libres, sueltos, sin ataduras. Un cuento que resulta profundo si te pones a analizarlo, trae mucha miga.

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