 |
Fotografía de Anthony Rao en Unsplash |
El humo ensucia la imagen y a pesar de lo aberrante de la escena en ella hay oculta cierta poesía. Las pavesas caen encendidas sobre nosotros. La palabra viaja con el viento.Venerables ediciones son profanadas, sus hojas desgarradas con saña asemejan pájaros negros que vuelan directos a la hoguera,
El tiempo se desliza sin prisa, juega a esconderse entre la luz y con ella van las palabras, se ordenan por sí solas.
«Allí donde se queman los libros, se acaba por quemar a los hombres». Cuánta verdad.
La soberbia les hace pensar que cualquier atropello es gratuito.
Hace rato que los abandoné, salí asegurando bien las puertas tras de mí. En su borrachera de devastación, ni se fijaron. Lo de menos fue hacer que ardiera la casa.
Ahora, gritan encaramados a las ventanas, el terror les ha hecho perder la arrogancia.
Nadie a mi alrededor parece prestarles atención, absortos; solo hay ojos para un tesoro que arde.
Pd.: Relato escrito siguiendo la propuesta del Blog Acervo de Letras: VadeReto, correspondiente al mes de mayo.