Fotografía de Vaughan Willis en Unsplash |
En el plato huesos de aceituna abandonados y en la boca la amargura de un trago largo; largo y tibio.
La hora del aperitivo, sin final aparente, esconde un anhelo de pantalones cortos y rodillas desolladas.
En la memoria se recrean las carreras en la plaza, el pan con vino y azúcar. Los cromos, las chapas; las bragas de Pilu. Domingos soleados de misa, paseo y paella. Carruseles de vencejos. La ilusión por ser el que más lejos meaba. Aquellas revistas leídas a escondidas, la siesta, las picaduras de mosquito.
Mamá llamándonos a merendar. El, un, dos, tres…
―¿Qué le echarán a esto…? ―Qué recuerdo tantas gilipolleces y no, que he hecho con el mechero.
Quizás por que eso era lo importante y deshacerse del mechero una buena cosa.
ResponderEliminarSaludos.
Alfred, puede que tengas razón y el subconsciente cuide de nosotros.
EliminarUn saludo.
¡Ay, la sopanvina! Así llamamos aquí al pan con vino y azúcar :-) Ya ves, cómo cambian los tiempos que nos daban vino para merendar. Más sano que un croisan de chocolate :-9) Tenga lo que tenga eso, no deja de ser un buen salto a recuerdos bonitos, ¿no te parece?
ResponderEliminarUn beso enorme, Ángel.
Hola, Mag, el nombre de Sopanvina no lo conocía, pero pan con azúcar y aceite o con vino, eso no era raro que lo merendásemos y como tu dices bien sano.
EliminarRecordar la niñez nunca está mal, lo malo es si te da morriña.
Un beso.
Eterno ayer que no hace más que volver...
ResponderEliminarMe identifico (y se me pianta un lagrimón, como dice el tango), aunque aquí no teníamos paella sino asado, a los cromos le decíamos figuritas y a escondidas la revista Playboy o la Penthouse nos pasábamos...
Abrazos y más abrazos.
Carlos, en cada casa tienen sus costumbres, y en la mía, los domingos era muy frecuente el arroz, paella o como quieras llamarlo. En cuanto al resto, con sus matices, creo que son recuerdos que compartimos más o menos todos.
EliminarUn abrazo.
Me has hecho regresar al pasado amigo mio. Qué tiempos aquellos... Besos :D
ResponderEliminarMargarita, cuando uno se pone a recordar, es curioso, hay recuerdos colectivos que todos compartimos.
EliminarUn beso.
Tiempos de perder el tiempo, de ser joven...y estúpidos a veces.
ResponderEliminarUn abrazo
Qué tiempos de juventud. Pero éramos así.
ResponderEliminarUn abrazo
Maripau, de niños y en una sociedad tan cerrada, todos hacíamos cosas muy parecidas, por eso compartimos tantos recuerdos comunes y hasta las mismas tonterías. Había que descubrir la vida como se pudiese.
EliminarUn beso.
Ayyy qué recuerdo que algunos me resultan muy familiares, Ángel. Muy bueno tu relato.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Muchas gracias, Nani, cada época tiene sus cosas pero al final siempre es lo mismo.
EliminarUn abrazo.
Comparto muchos de tus recuerdos, Angel. Que beloo era el pasado, a veces. Esta bien perder el mechero para recordar cosas. Un abrazo.
ResponderEliminarHola Castelo, pues si de vez en cuando no está mal, lo sorprendente es lo que desencadena el recuerdo.
EliminarUn abrazo.
Hola Ángel, me encanta cómo en pocas palabras logras transmitir tanta emoción. Logras escribir lo necesario para que podamos evocar ese tiempo mayormente feliz que fue la niñez y lo comparemos la adultez y sus desazones, donde ya no hay ingenuidad y a veces dejamos de disfrutar. Me encantó.
ResponderEliminarGracias, Ana, ya ves que no es más que agitar un poco los recuerdos.
EliminarUn beso.
Hola ängel
ResponderEliminarAcá llego a husmear tu blog y me encuentro con un bello y nostálgico microcuento
Precioso...si he visto aquella época a través de tus letras. ¡Me acordé de mi hermano y sus amigos de entonces!
Saludos desde el sur del sur
Bienvenida Lu, estas en tu casa.
EliminarUn saludo
Aquel tiempo que ya nunca volverá, cuando podías masturbarte siete veces al día y aún te quedaba motor para bucear en la cama de ella ese mismo día.
ResponderEliminarEs una pena que el tiempo no tenga marcha atrás y que de aquellas no me dejasen bucear...
EliminarUn saludo.
En mi caso la paella no me gustó nunca. Pero obvio, cada quien sus gustos.
ResponderEliminarHola, Alexander, en mi caso sí me gusta, pero de aquellas no tenia ni voz, ni voto.
EliminarUn saludo.
Realzas la importancia de no perder nunca al niño que llevamos dentro, o al menos, una parte de él. Que tiempos aquellos Ángel, gracias por el recuerdo.
ResponderEliminarUn abrazo.
El niño que fuimos siempre va con nosotros y en alguna ocasión logra asomarse de nuevo.
EliminarUn saludo.
¡Hola, Ángel! Jo, un micro con el que nos identificamos todos los que ya contamos con algunas decenas de años. La vida ha cambiado mucho y no sé si para mejor. En aquellos años, o quizá el recuerdo de nuestra mirada de niño, todo era más natural, más espontaneo. Había menos opciones, pero eso nos unía más. Todos veíamos el 1,2,3. en cambio, hoy es casi imposible coincidir con tantos canales y plataformas de vídeos. Tampoco se tenía tanto remilgo con cuestiones como la seguridad, la salud, lo políticamente correcto, la moral... A veces pienso que hoy día nos miramos demasiado, que pretendemos controlarlo todo, que todo puede planificarse... renunciamos a la vida, a cambio de la seguridad que nos ofrece un sucedáneo de vida. Eso sí, muy saludable, sin colesterol ni triglicéridos. Un abrazo!
ResponderEliminarTienes razón, David, las diversiones hoy están más dispersas, hay de todo. Antes si surgía un programa de éxito, como no había otra cosa, el país se paralizaba, y al final todos teníamos los mismos referentes. En cuanto a los críos, en los setenta aún nos criábamos en la calle.
EliminarUn abrazo.
Memórias de infância.. que bom! Um abraço!
ResponderEliminarMM, esto ha sido un ataque de melancolía.
EliminarUn saludo.
Nostalgias de juventud..
ResponderEliminarEs qué llegando a una edad no es bueno beber te da por recordar.
EliminarUn saludo.
La niñez en todo su apogeo en mi caso que nací a finales de los 70. El 1,2,3 con quince millones de espectadores, jejeje. A mi me daban pan con mantequilla y azúcar unos días , otras tardes tocaba de chorizo. Cuando se merendaba en la calle y , si eras el portero, dejabas el bocata en el suelo y tenias que quitarle las hormigas de encima o si eras valiente , alguna iba para adentro, jajaja. Nos has hecho volver, Angel. Y siempre es gusto volver a los buenos, al menos para mi , tiempos.
ResponderEliminarPedro, me alegra haberte hecho regresar a la infancia aunque sea un solo instante. En general no hay mejor época en la vida que la niñez.
ResponderEliminarUn saludo.