El niño al que se le murió el amigo
Ana María Matute
-El amigo se murió.
-Niño, no pienses más en él y busca otros para jugar.
El niño se sentó en el quicio de la puerta, con la cara entre las manos y los codos en las rodillas. «Él volverá», pensó. Porque no podía ser que allí estuviesen las canicas, el camión y la pistola de hojalata, y el reloj aquel que ya no andaba, y el amigo no viniese a buscarlos. Vino la noche, con una estrella muy grande, y el niño no quería entrar a cenar.
-Entra, niño, que llega el frío -dijo la madre.
Pero, en lugar de entrar, el niño se levantó del quicio y se fue en busca del amigo, con las canicas, el camión, la pistola de hojalata y el reloj que no andaba. Al llegar a la cerca, la voz del amigo no le llamó, ni le oyó en el árbol, ni en el pozo. Pasó buscándole toda la noche. Y fue una larga noche casi blanca, que le llenó de polvo el traje y los zapatos. Cuando llegó el sol, el niño, que tenía sueño y sed, estiró los brazos y pensó: «Qué tontos y pequeños son esos juguetes. Y ese reloj que no anda, no sirve para nada». Lo tiró todo al pozo, y volvió a la casa, con mucha hambre. La madre le abrió la puerta, y dijo: «Cuánto ha crecido este niño, Dios mío, cuánto ha crecido». Y le compró un traje de hombre, porque el que llevaba le venía muy corto.
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Este no es un comentario. Apenas es una sucesión de lágrimas, por todos los amigos que se nos fueron en la infancia y después.
ResponderEliminarHermoso microrelato admirado Tocayo. Estupenda y sorpresiva forma para mostrar el paso de la ingenua edad infantil, a la edad adulta. Enhorabuena.Un abrazo.
ResponderEliminarQue bonito, muestra que cuando se mueren nuestros sueños e ilusiones dejamos atras nuestra niñez para ser adultos.
ResponderEliminarGracias, Pancho, por su lectura.
Y que bien que se haya reconocido el arte de esta mujer con este nuevo galardón
Gracias por colgarlo, Francisco. Me he llevado una gran alegría al conocer la noticia. Un abrazo
ResponderEliminarAmigos todos: he colgado este relato por ser uno de los más celebrados de Ana María Matute y que encaja mucho con mi propia idea de lo que es un buen cuento: por ejemplo que los sentimientos se presentan en su total pureza, como categorías absolutas, sin personalización ninguna (El niño se llama "niño"; el amigo se llama "amigo" y la madre se llama "madre").
ResponderEliminarEs cierto que yo te hubiera puesto, a final, un punto de ironía o distanciamiento que le quitara un poco de hierro.
Pero ella es una maestra y yo, simplemente, un aprendiz
Saludos a todos.
Amen Don Francisco, que gusto regresar a casa..saludos
ResponderEliminarAmigo Jorge. Siempre se vuelve a casa por Navidad.
ResponderEliminarPero se te espera siempre, aun en pleno agosto
Un abrazo