Pero el jardinero, que nunca había tenido oro, seguía pensando que para ser feliz había que tener el hambre suficiente como para disfrutar la manzana y suficientes manzanas como para el calmar el hambre y ese pequeño jardín, para sentarse bajo el manzano a descansar tranquilo, después de un día de trabajo.
Blog colectivo para contar cuentos, historias y todo lo demás en este filandón virtual
viernes, 10 de septiembre de 2010
El jardinero
En un reino de ordenados canteros, de insectos benéficos, de plagas acechando en las sombras, de hojas verdes y secas, de aromas y tierra húmeda, él gobernaba, aceptando las leyes del juego, sabiendo que no siempre sus esfuerzos serían recompensados, comprendiendo que aliarse a la naturaleza era más justo que luchar contra ella y que una enorme manzana roja era un triunfo mucho más valioso que una batalla ganada por un rey de un reino más grande, e inclusive más valiosa que un cofre lleno de oro, porque la manzana lo alimentaba mientras que el oro, para ser útil, tenía que transformarse en manzanas, sino solo es bonito y brillante pero no sabroso.
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Precioso, Marcela. Toda una filosofía de vida y sentimiento.
ResponderEliminarUn abrazo
Marcela : Las misteriosa ondas que fluctúan en los seres sensibles! Hoy publiqué en mi blog LA FELICIDAD,donde cuento del huerto que mis padres cultivaban. Lo breve y bueno,dos veces bueno!Cordiales saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Francisco.
ResponderEliminarBeatriz: Ahora mismo voy a leer tu relato. Y hay temas que jamás se agotarán y cuantas más miradas haya sobre ellos, mejor.
Un beso.
Siendo yo un guajín. Mi abuelo tenía un huerto. Desde el veía pasar las nubes y buscaba gnomos. Esa es para mi, la gran fortuna del mundo. Respeto a la belleza.
ResponderEliminarOs recomiendo mi blog
www.samavelilla.blogspot.com
Un canto de amor a la gente sencilla y al campo.
Delicioso relato Marcela. En su brevedad contiene un profundo mensaje filosófico.
ResponderEliminarFelicitaciones
Kapizán