Mientras lo siga viendo alejarse no se me quitará esta angustia. En realidad no, en realidad no bastará con dejar de ver su barca perderse en el horizonte.
De verdad que intento consolarme. Intento pensar que soy demasiado grande como para necesitar consuelo. Que fue bonito. Que todo tiene un principio y un final, y que, después de todo, éste no es tan malo. Me puedo decir un millón de cosas que en realidad no creo, por si a fuerza de repetirlas termino creyendo, pero de momento, si soy sincera del todo, no puedo evitar la ira, ni la sensación de haber sido utilizada. Es todo un ciclo. Después llegará la tristeza. Tendré que llegar a reconocer mi tristeza para que puedan cicatrizar las heridas. Pero no importa, es un ciclo. Después comenzará otro, y tengo toda la eternidad.
De verdad que intento consolarme. Intento pensar que soy demasiado grande como para necesitar consuelo. Que fue bonito. Que todo tiene un principio y un final, y que, después de todo, éste no es tan malo. Me puedo decir un millón de cosas que en realidad no creo, por si a fuerza de repetirlas termino creyendo, pero de momento, si soy sincera del todo, no puedo evitar la ira, ni la sensación de haber sido utilizada. Es todo un ciclo. Después llegará la tristeza. Tendré que llegar a reconocer mi tristeza para que puedan cicatrizar las heridas. Pero no importa, es un ciclo. Después comenzará otro, y tengo toda la eternidad.
Apareció en la playa tras la tormenta: sucio, inconsciente, medio ahogado. Lo recogí, lo lavé, lo cuidé. Y cuando abrió los ojos, me miró como si fuera una aparición. Y dijo debo estar muerto, pero gracias, gracias, gracias. Y yo le dije que estaba vivo. Y él dijo gracias, gracias, gracias. Y así cada mañana. Durante siete, diez, quince años… es fácil perder la conciencia del tiempo. Yo la perdí, pero él mucho más… por eso el recuperar esa conciencia le resultó mucho más duro. Por eso y por la culpa. Cuánta culpa ese último mes y medio que te llevó preparar tu marcha. Pero tú eres fuerte, ¿verdad? Tú eres fuerte, y lo fácil era entregármela a mí entera, la culpa. Cada día estuviste encontrando la manera de alejarte indemne. ¿Te hizo eso más hombre?
¿Te hizo más hombre convertirme en diosa? Que tengo rostro de diosa, cuerpo de diosa, piel de diosa y sexo de diosa. Pero no era ofreciéndome plegarias o sacrificios como buscabas la eternidad, sino clavándote humanamente en mi carne. No te coloqué grillete alguno, que el día que quisiste marchar lo hiciste. Ni detuve el tiempo tampoco. Y si los años te parecieron días, fue la felicidad la culpable, no yo. ¿Y qué hubiera cambiado eso? ¿Qué hubiera cambiado el amarme cinco horas o cinco años?
Que me da igual que te hayas ido. Me da igual que te sientas más seguro envejeciendo junto a tu esposa que junto a tu amante. Me da igual que al llegar a tu casa te justifiques. Que me conviertas en diosa. Que me culpes de tu larga ausencia. Que digas que te obligué. Que le digas cuánto la extrañaste todo este tiempo.
Miéntele a ella. Miéntele al mundo. Limpia tu culpa a sus ojos, pero sé un hombre, aunque sólo sea para que yo pueda quedarme tranquila sabiendo que amé a un hombre, y ten el valor de reconocerte a ti mismo cuánto amó el prudente Ulises a la dulce Calipso.
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Cuando leí en la Odisea cómo narraba Homero el episodio de Calipso, no pude evitar interpretarlo de otra manera.
El título es un homenaje a Blas de Otero.
Interesante manera de ver las cosas. La verdad que Ulises después de tanto disfrute se fue a casina, a comer pucheros calientes y a criar barriga. Eso sí, primero a doblar su arco y a dorarle el lomo a la bella Penélope, medio cegata de tanto coser y descoser.
ResponderEliminarNo eres sincera, Calypso. Has omitido tus artes de encantamiento, tus brebajes hipnóticos,tus sutiles palabras a medio decir a medio cantar.Quince años se debatió Ulises en tus abrazos de amor y seducción.Lo que tu no sabes es que los olímpicos dioses le ordenaron marchar para acabar la historia de Homero, la cual por la bella Calypso era inconclusa.
ResponderEliminar(Me gustó tanto que me ha motivado)
A mi tambien me gustó.
ResponderEliminarCalypso...Penélope también habría preferido que se quedara contigo, tan contenta que estaba ella teje y desteje, y otra vez a hacer la cena y a planchar y a si, hombre, si, a la boda de tu hermana voy a ir yo, y a ver combates y batallas todo el día en la tele en vez de los últimos chismes de Alcibíades que si con Sócrates esto y lo otro...
ResponderEliminar(Saludos, Patricia, también a mi me gustó mucho y me encantó la referencia a Blas de Otero)
La mitología griega es fuente inagotable de inspiración que tu supiste aprovechar para darle bella forma y contenido a este relato. Felicitaciones Beatriz
ResponderEliminarMuchas gracias a todos. Por vuestras palabras amables y por continuar con las interpretaciones. Saludos
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