lunes, 27 de septiembre de 2010

El desfiladero de las xanas



Una vez oí una leyenda de labios de un viejo. Tenía la boina calada, la sonrisa franca. De cuando en cuando tosía pues según él, era el legado que el grisú y el polvo de los silicatos le había dejado en los pulmones. Este hombre, había trabajado mucho, para sacar adelante a sus cinco hijos, recogiendo piñas, lavando el carbón y posteriormente descendiendo a las mismas entrañas de la tierra para ejercer su trabajo de buen barrenero.

Al buen hombre de mi historia, se le empañaban los ojos cuando me hablaba de las revueltas mineras. Había vivido activamente la revolución del 34, y era uno de esos tantos hombres que hicieron la historia de Asturias, sin doblegarse ante el miedo. Y sin embargo se le nublaban los ojillos y le temblaba la voz, y había un cierto pánico, tal vez respeto en él, cuando saqué a colación el tema del Desfiladero.

-Nací en un pueblo llamado Proaza.-Me dijo.-Muy cercano al mismo Desfiladero de las Xanas.

Yo, venía de Madrid, y nunca había oído ese nombre y por eso pensé que tal vez podría decirme su significado, pues su temor, comenzaba a despertar en mí una repentina curiosidad.

-Las Xanas no son de este mundo. Existen desde los confines de los tiempos. Su hermosura eclipsa a la luna y son seres tan hermosos que quienes los ven se ven obligados a seguir sus pasos.

Y el viejo minero, me habló de aquellas criaturas, cuyos

cabellos eran hebras de finísimo oro, que gustaban de bañarse desnudas en arroyos y manantiales, que bajaban furtivas a la noche para robar los hijos de los campesinos.

-¡Nunca escuchen, ni miren a los ojos de una Xana!-Nos advirtió.-Pues no podrán contárselo a sus nietos. Sólo si son capaces de leer en el corazón de ellas les perdonarán la vida. Pues no hay peor agonía que la que ellas sufren. Amar por los siglos de los siglos y recibir temor eternamente.

Mientras el viejo minero me contaba esta historia, intenté meterme en su pellejo. Yo por aquel entonces, era un joven reportero al que habían encomendado un artículo sobre las rutas de Asturias. Nunca creí en cuentos de hadas, ni en leyendas, y sin embargo he de confesar que aquella historia me conmocionó tanto, que enseguida quise saber más detalles.

Y de repente, quizás embebido por la imaginación, me vi a mismo vestido como los mineros de antaño, regresando a casa después del duro trabajo.
Allí no había luz, tan solo unos quinqués, ya sabe usted, esas viejas lámparas de petróleo, porque mi abuela, se negaba a tener luz eléctrica, argumentando que todas esas cosas eran inventos del diablo.

Aquella era noche de San Juan, una noche mágica. Por doquier, había hogueras, para celebrar con júbilo el solsticio de verano. Como era costumbre, las mozas casaderas, prendían en sus balcones el ramo de laurel, como señuelo para sus enamorados. Mientras, los mozos, saltaban los últimos escollos emitiendo gritos salvajes y heroicos.

Mi madre, estaba muy nerviosa y parecía que había llorado. Me pregunté qué sucedía:

-¡Es Telva!- Sollozó abrazándose a mi cuello.- Xuanón, el lechero, dice haberla visto en el desfiladero, bañándose en el arroyo. Pero ella aún no ha venido y ya es muy tarde. ¡Por dios bendito! ¡Tienes que ir a buscarla!

Sin perder tiempo, salí de casa con uno de los quinqués y comencé a subir la cuesta. La sombra del molino se izaba como un oscuro fantasma, aunque no podía ver el agua, sentía su sonido, la noche olía a flores y yo...no dejaba de sentir escalofríos.

Pensaba en la niña, tan perdida y tan sola. Visualizaba todos los peligros que podrían acecharla. ¿Y si la atacaba un oso? ¿Y si resbalaba y caía a un precipicio?

Avancé con mi ridículo candil, cerciorándome de que el suelo que pisaba era seguro, no fuera que mis húmedas botas resbalaran con algún canto del camino.

A mi paso el lobo aullaba, la coruxa cantaba y reían los manantiales. Y hasta su cristalino sonido se me antojaba una plegaria:

-¡Vuelve a casa Xuacu! ¡Non te adentres!

Llamé a Telva desesperadamente, pero no obtuve más respuesta que el propio eco que me devolvía las sombras.

Entonces las vi a las dos en un claro del bosque.

La pálida luz las iluminaba. Mi hija, estaba sentada con la Xana, mientras ella jugueteaba con sus cabellos, susurrando cosas en su oído, ningún atisbo de miedo, sólo risas.

Un crujido de ramas, hizo que ellas se volvieran a mirarme con curiosidad.

-¡Has venido!-Dijo la Xana.- ¡Báñate conmigo, esta agua dará a tu cuerpo frescura!

Intenté evadir aquellos ojos verdes por los que hubiera dado la vida.

-¡Suéltala!-Grité!-¡Llévame a mí pero a ella no la toques!

La risa de la Xana se elevó por las montañas.

-Me gusta el cambio.-Sonrió haciéndome sentir infinitamente pequeño.-Eres joven y hermoso como el resto de los muchachos. Yo no quería que cayesen al río. ¡Nunca lo quiero! Pero ellos vienen a mí y cuando yo les abrazo, noto su miedo, y entonces ellos resbalan y ya sabes lo que pasa.

-Pero: ¿Estás llorando?

Me acerqué a ella y me senté a su lado, tomé en mis manos, las suyas tan blancas y etéreas, le acaricié el cabello con ternura y deposité finalmente en sus labios el beso de la muerte.

-Ya no tendrás que llevarte a más chicos.-Susurré en su oído.-Deja libre a Telva y yo me quedaré contigo para siempre y te querré como ningún mortal pudo nunca hacerlo.

Ella entonces lloró también, nunca había visto llorar a una Xana pues se decía de ellas que tenían el corazón seco e insensible.

-¡Vete!- Gritó de pronto:-¡Déjame sola! ¡Y no vuelvas nunca!- Y añadió.- ¡Si te quedases aquí tendría que volver a hacerlo y no quiero! ¡Coge a la niña y ve antes que cambie de idea!

Eché a correr, me sentía tan mareado que tuve nauseas y por un momento pensé que moriría.

Pero a la mañana siguiente, me desperté como de un mal sueño y un pastor nos encontró y nos llevó a casa.

-Mi hija Telva, ya tiene nietos, y yo señor, estoy esperando que llegue mi hora. Cuando eso suceda, cerraré los ojos y soñaré que estoy allá arriba con ella, en las montañas. Sé que soy muy viejo ya y que ella sin embargo será eternamente joven, pero tengo la esperanza de que me recuerde y continúe esperándome para acabar lo que entonces no hizo.

El viejo minero, me devolvió a la realidad con el humo de su pipa y sus toses. Apunté todas y cada una de sus palabras en mi cuaderno pues me parecía que la historia era digna de ser contada.

No sé si existen las Xanas ni si es verdad todo lo que me dijo. Pero he de decirles, que muchos años después volví a ese famoso desfiladero del que me hablaba pues soy amante del senderismo. Con frecuencia me crucé con muchos montañeros que me hicieron valorar la ayuda en los peores momentos.

En una de esas ocasiones en que me perdí del grupo, creí ver a una joven bañándose en una cascada que me saludó con una preciosa sonrisa y que en cuestión de segundos se volatilizó.

3 comentarios:

  1. Estupendo relato Rosa. Felicitaciones. ¿Las Xanas son creación tuya o pertenecen a la tradición oral asturiana? De todas maneras la narración es muy bella.

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  2. Hola kapizan, son personajes de mi tierra. Te nombro algunos

    Las xanas, ya las conoces, habitan en las fuentes, rios y manantiales de asturias, se peinan con un peine de oro, las suele custodiar el cuelebre, otro personaje mitológico, en la noche de san juan llevan a los muchachos al rio y como las sirenas los embrujan con sus cantos y mueren ahogados.

    El trasgu es un pequeño duendecillo que habitan en las quintanas (casas asturianas) se caracterizan por poner muy nervioso al ganado, agrian la leche y cuando en una casa desaparecen cosas, se les suele echan la culpa a ellos. Tienen un agujero en la mano, la forma de librarse de ellos es echarles sal en ese agujero.

    El diañu burlon o diablo burlon. Es un personaje con forma de macho cabrio, se aposta en las rocas de los caminos, es muy libidinoso con las mozas y a los viajeros que encuentra y le preguntan por un camino, les da el camino equivocado, les acusan de la perdida de montañeros por seguir sus indicaciones.

    Maria Tijeras, un personaje muy siniestro portador de unas tijeras que se aparece en los sueños.

    El nuberu, responsable de las lluvias, tormentas y tempestades.

    El cuelebre una especie de dragón pero de nuestra tierra, habita en cuevas y cavernas, y como buen dragon que es suele cuidar de las xanas y tiene su escondite lleno de tesoros.

    La guestia, algo parecido a la santa compaña en galicia, un monton de plañideras vestidas de luto que se aparecen por las noches. Si las ves significa que vas a morir al dia siguiente o que alguien en los pueblos o las cercanias va a hacerlo.

    Hay otros seres mitologicos más pero ahora no los recuerdo.

    Me alegro mucho de que te haya gustado el relato.

    Un abrazo

    Rosa

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  3. Mil gracias Rosa por tan completa nota sobre los personajes que nutren las leyendas y los cuentos de tu tierra.Son todos muy sugestivos para inspirar nuevos relatos. Tengo en mente escribir una saga sobre una estirpe descendiente de unos enanitos que llegaron a las playas de América como polizones en las carabelas de Colon, se mezclaron con los pigmeos nativos y surgió una mezcla de seres diminutos y traviesos que viven en una dimensión paralela a la nuestra, pero pueden acceder a ella para hacer pilatunas.Se me ocurre que podría usar algunos de los personaje que mencionas como parte de la proyectada saga

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