sábado, 25 de septiembre de 2010

La fotografía


El abuelo dijo como debían ubicarse. Él se quedó sentado, serio, a un costado, en su actitud habitual, dando discretas órdenes que casi todos acataban siempre. Las damas de la familia, emocionadas, no podían dejar de hablar y alisar sus peinados y vestidos. Pelusa, el perro marrón que está junto al tío Luis, fue el único que no parecía de acuerdo con las indicaciones del abuelo y hubo que postergar varias veces el momento en que quedarían inmortalizados en la fotografía, porque no se quedaba quieto. Y no era posible dejarlo ir a correr por el patio, porque el abuelo aceptó tomarse la foto solo si todos estaban en ella y ese todos, incluía a sus perros. Linda, en cambio, la perra chiquita sentada frente a Carlitos, miraba tranquila al fotógrafo y solo ladró dos veces. La fotografía se consideró un éxito y Carlitos decidió en ese preciso instante en que la luz del flash, como un relámpago inesperado, los iluminó a todos, que cuando fuera grande, sería fotógrafo.

3 comentarios:

  1. Antes hacerse una foto era una tarea a preparar concienzudamente. Bonito cuento.

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  2. Muy bien, Marcela. Pero me han quedado ganas de saber más cosas de las seis personas y de3 los dos perros.

    Saludos

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  3. Buen relato Marcela. Describes muy bien el ritual, añejo por cierto, de pasar a la posteridad en una foto familiar. Hoy en día con las cámaras digitales las cosas han cambiado.
    Felicitaciones

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